La paternidad cumple en primera instancia una función biológica, la donación de semen para la fecundación del ovulo que dará vida al nuevo ser. Pero la función del padre no acaba ahí. Su rol trasciende a otra función la de inscripción legal de un hijo en la cultura, transmitiendo notas de vida y de valores, como así también, acompañar una evolución y fundamentalmente es una adopción del otro para sí para facilitarle el paso de la libertad y la autonomía.
En estas relaciones padres-hijos se da la trascendencia de un fenómeno cultural que es base de la vida social: la filiación. A través de ser hijo de… entramos en la historia. La filiación es la historia viva y encarnada en cada uno de nosotros. El hijo que no conoce a los padres sufre mucho. Busca una historia, relatos, ritos. Todo esto no está. Busca una cierta tradición y ésta no es más ni menos que una transmisión de notas de vida (tradición deriva de “tradens” que es transmitir).
Los antiguos decían que era padre, aquel que podía adoptar un hijo. Así un maestro, un tío, un abuelo, etc.; pueden cumplir funciones de modelos para el otro y de esta manera permitir un ejercicio de la libertad. La función paterna trasciende la función biológica del hombre como portador de semen. La transmisión es clave y para ello la presencia en momentos críticos es clave.
La autoridad paterna
Primeramente voy a analizar la palabra autoridad remitiéndome a su etimología. Autoridad deriva del verbo latino «augere», que quiere decir ayudar a crecer.
Una persona es autoridad por el cargo que ocupa. Como consecuencia de ser autoridad tienen, a priori, un capital de prestigio y de reconocimiento que les permite tener autoridad.
Cuando nace nuestro hijo todos los padres disponemos del mismo capital de autoridad. Con el devenir de los años y el crecimiento de los hijos, hay padres que han sido capaces de aumentar su autoridad y padres que la han perdido.
El ser autoridad conlleva no sólo tener poder para mandar a otros, sino también una capacidad coercitiva. Cuanta más autoridad tenemos como padres, menos hemos de ejercer el poder. Y al contrario, en la medida que nuestra autoridad disminuye, debemos imponer medidas coercitivas: castigos, gritos, enfados, etc. que cada día han de ser mayores para que tengan efecto, deteriorando así la buena relación entre nosotros y nuestros hijos y, en consecuencia, la calidad de vida familiar.
La falta de autoridad paterna
Hasta aquí me he referido al padre que tiene más o menos autoridad en la familia. A continuación analizaré que pasa cuando el padre directamente carece de autoridad dentro del seno familiar, donde por ejemplo se observan variadas figuraciones de las funciones paternas, tales como: ausencia , abandono, inmadurez o rechazo.
En muchas ocasiones, hay padres que para evitar conflictos con sus hijos o para lograr que estos los tomen de confidentes para que no le oculten ciertas cuestiones, adoptan la modalidad de amigos de sus hijos. Lo cual es incorrecto, tal como dice una frase que adopté: “Los padres que se hacen amigos de sus hijos, los dejan huérfanos”.
La relación entre padres e hijos en edad de educar no debe ser una relación de igualdad, sino jerarquizada. Un padre es un adulto al que se le supone una sabiduría que nuestros hijos no tienen. Los niños, hasta la adolescencia, tienen una gran capacidad para aprender datos y conocimientos, pero no tienen sentido común para afrontar muchas situaciones de la vida diaria. Hemos de ser nosotros, los padres, quienes pongamos los límites a su libertad individual para protegerlo físicamente, ya que puede, por ejemplo, que no crucen la calle o metan los dedos en el enchufe, lo cual los podría dañar.
Igualmente debe ser un adulto quien le obligue en ocasiones a realizar una tarea que en principio no le apetece pero que a largo plazo supondrá un gran bien para él. Por ejemplo, el ir al colegio.
También, somos los padres quienes hemos de tomar decisiones por él para evitar males mayores que afectan además a otras personas, como compañeros y profesores.
Todas estas cuestiones se las podremos inculcar a nuestros hijos desde una posición de autoridad ya que desde la posición de amigos, no lograremos el mismo efecto, ya que un amigo podrá aconsejar pero no educar.
Cuando no tenemos autoridad, nuestro hijo se convierte en autoridad. Ya que nadie respetaría a un jefe que no tenga ni sabiduría, ni sentido común, ni ningún sentido de la medida para ejercer su poder, porque estaremos soportando y sufriendo un tirano, un dictador, que es en lo que se convierte nuestro hijo cuando se da esta circunstancia.
En segundo lugar, si nuestro hijo no encuentra «autoridad» en casa porque la hemos perdido, la busca fuera de ella. Buscará líderes que no siempre son positivos para él o se refugia en el grupo al que sigue y sirve de modo gregario ciegamente (pandillas, barras bravas, grupo de fanes, etc.) haciendo caso omiso a los esfuerzos de las personas que lo quieren bien.
Estudios relacionados con el tema
A continuación expondré un compilado de diferentes estudios realizados que investigaron la problemática planteada en este ensayo:
1) Un estudio del Centro Nacional de Salud de U.S.A. registró que la ausencia de una imagen paterna provocaba en los hijos las siguientes consecuencias:
a) Mayor riesgo de interrumpir los estudios secundarios.
b) Mayores posibilidades de permanecer sin estudiar ni trabajar por periodos prolongados.
c) Mayores posibilidades de embarazo en la adolescencia.
d) Mayor riesgo de enfermedad mental.
e) Grandes dificultades para controlar los impulsos.
f) Posibilidades ciertas de tener conflictos con la ley.
2) Estudios antropológicos muestran que las tribus en las que el padre está más alejado del grupo familiar tienden a ser más violentas.
3) Un estudio publicado recientemente en la revista Personality and Social Psychology es un compendio de 36 investigaciones realizadas en diferentes países. Por lo que los resultados son aplicables a todo el mundo “sin importar diferencias de raza, cultura y género”. Este estudio determinó que, las consecuencias de la falta de una figura paterna, especialmente si se produce desde los primeros años de la infancia, se reflejan en la edad adulta en forma de dificultades para entablar relaciones de confianza y tener pareja estable. La ira y el resentimiento innato a la mayoría de estos niños los cierra emocionalmente al resto de la sociedad porque desarrollan mecanismos de defensa contra el rechazo. Además, suelen tener la autoestima baja y encuentran más dificultades para desenvolverse en situaciones estresantes.
Esta aseveración refuerza la idea de que los hijos criados en el seno de una familia monoparental son más propensos a sufrir disfunciones emocionales y otro tipo de problemas sociales. Los hijos otorgan a la figura de progenitor una mayor autoridad que a la madre.
4) Diferentes investigaciones en psicología y neurociencia llevadas a cabo durante los últimos años ya habían descubierto que el duelo por la pérdida de un progenitor o por la ausencia del mismo activaban las mismas partes en la corteza cerebral que el dolor físico. En este caso, los hijos criados sin la figura de su padre pueden volver a experimentar el dolor emocional una y otra vez durante muchos años. Los resultados de este estudio derrumban una serie de mitos construidos alrededor de la figura materna, como recalca el propio psicólogo. “Tanto en Estados Unidos como en Europa hemos asumido que la relación afectiva de los niños con sus madres era lo más importante para que pudiesen ser educados en toda su plenitud. De este modo, la figura del progenitor pasó a un segundo plano, como un simple apoyo educativo para centrarse más en su función de sostener económicamente a la familia, pero prescindibles en los aspectos emocionales”. Sin embargo, esta creencia cultural es completamente errónea: “La influencia del padre es incluso más grande que la de la madre” .Las personas que han sido criadas sin padre tienen la autoestima más baja y encuentran dificultades para entablar relaciones estables
5) Otro grupo de psicólogos de distintos países que trabajan conjuntamente en el ‘International Father Acceptance Rejection Project’ están investigando las causas por las que la figura paterna tendría tanta relevancia para los niños. Como una primera aproximación explican que los niños perciben inconscientemente a su padre como una figura con mayor autoridad que la madre, por lo que le prestan más atención y, al faltar, se quedarían sin ese referente fundamental. Los padres deben cambiar los parámetros mentales sobre la educación de los hijos y, al menos, ambos se deben involucrar por igual. La responsabilidad de los problemas o malas conductas de los hijos se depositan en los padres, en lugar de en el colegio o en las madres como se ha hecho tradicionalmente.
6) El riesgo de permanecer sin estudiar ni trabajar por períodos prolongados es un 50% más alto para jóvenes que crecieron sin su padre. El riesgo de interrumpir estudios secundarios es un 100% más alto (McLanahan y Sandefur)
7) El niño que crece sin padre presenta un riesgo mayor de enfermedad mental, de tener dificultades para controlar sus impulsos, de ser más vulnerable a la presión de sus pares y de tener problemas con la ley. La falta de padre constituye un factor de riesgo para la salud mental del niño (Angel & Angel, 1993)
8) Controlando el efecto de otras variables (coeficiente intelectual, nivel socioeconómico, etc.), el estudio muestra que las variables contacto con el padre y desempeño académico están fuertemente correlacionadas (Blanchard y Biller)
9) En Estados Unidos, 70% de los delincuentes juveniles, 70% de los homicidas menores de 20 años y 70% de los individuos arrestados por violación y otras ofensas sexuales graves crecieron sin un padre. …. Un padre ausente es el mejor predictor de criminalidad en el hijo varón (Gottfredson & Hischi, 1990; Smith & Jarjoura, 1988; Kamarck & Galston, 1990)
10) Existe una “fuerte asociación estadística entre ausencia de padre y delincuencia juvenil/violencia: el riesgo de actividad criminal en la adolescencia se duplica para varones criados sin figura paterna. Un punto interesante de este estudio, es que el impacto de una madre ausente respecto de la variable criminalidad es casi nulo, lo que confirma la especificidad da la figura paterna respecto de la conducta transgresora” (Phillips & Comanor)
11) Se detectó una relación entre ausencia del padre y violencia, al estudiar el funcionamiento de una serie de culturas diferentes. Las culturas con mayor involucración del padre en la crianza de los hijos son las menos violentas (West & Konner)
12) Algunos trabajos de investigación sugieren que la función paterna tiene un rol crítico en instaurar la capacidad de controlar impulsos en general, y el impulso agresivo en particular, es decir la capacidad de autorregularse (Mischel,1961a; Mischel,1961b; Biller,1974; Biller,1976; Biller,1982; Biller,1993; Biller,1994; Biller & Trotter,1994; Haapasalo & Tremblay, 1994; Patterson & DeBaryshe,1989; Phares & Compas,1992; Herzog,1982; Snarey,1993; Lisak,1991; Lisak & Roth,1990)
13) Esta relación entre función paterna y control de impulso tiene posiblemente un rol importante en las adicciones (Stern, Northman & Van Slyk, 1984) De hecho, 50% de los toxicómano en Francia y en Italia provienen de familias monoparentales (Olivier, 1994)
14) La tasa de homicidios y crímenes violentos cometidos por menores de 20 años es más alta en comunidades con una proporción mayor de familias sin padre, controlando estadísticamente el peso de otras variables como nivel socioeconómico, raza o densidad y tamaño de la ciudad (Sampson, 1992)
¿Cómo tener autoridad?
La función del padre es una oferta de disposición, donación, sacrificio. Esta oferta de padre hace al hijo, lo transforma e incluso permite que cambien conductas que de destructivas pueden pasar a ser constructivas. También, la oferta de hijo hace al padre. Sus lamentos, sus penas, su padecer transforman al padre y lo hace ser más Padre.
La autoridad hay que ganarla día a día con decisiones: correctas, justas y útiles. Como cualquier actividad, si no se practica se pierde. Los padres debemos tomar decisiones diarias que ayuden a nuestro hijo a respetar los límites naturales y que le ayuden a madurar como persona. La permisividad y el «dejar hacer» son enemigos de la autoridad que ayuda a crecer.
Para ejercer a autoridad es necesario huir del autoritarismo, lo cual consistente en el ejercicio del poder de modo injusto, inútil y cuando no se debe. La autoridad no nace nunca del miedo y en la imposición, sino del respeto fundamentado en la integridad, la sinceridad y la empatía con el prójimo.
Por último, no debemos olvidar que para tener autoridad es preciso tener prestigio. Una persona tiene prestigio cuando se le reconoce una habilidad o cualidad determinada. Un estudio de la Universidad de Navarra comprobó que el prestigio de los padres ante los hijos depende de tres factores fundamentales:
1) Del modo de ser de la persona: generosa, serena, optimista, humilde, etc.
2) Del modo de trabajar: el hijo exige de sus padres un trabajo de calidad y un comportamiento honrado en su actividad laboral.
3) Del modo de tratar a los demás: Tanto a la familia como a los amigos y compañeros, o a la sociedad en general.
Conclusión
Desde los primeros años de vida, el niño necesita de parte de sus progenitores el alimento material, afectivo y la marcación de límites. Es en este último punto es donde el padre o una figura sustituta de este, donde adquiere mayor importancia en el señalamiento de estos límites, los cuales deben ser indicados desde una posición de autoridad y no de autoritarismo.
La ausencia de un padre o de una figura paterna sustituta en el seno familiar provocará que el niño busque en el exterior de su familia la figura de un líder, que muchas veces no se comporta como un ejemplo positivo para el niño o será el mismo niño el que adopte la posición de autoridad de sí mismo, siendo este incapaz de hacerlo correctamente debido a la carencia de experiencia y madurez al no tratarse de un adulto.
Además, a través de los diversos estudios que expuse quedo más que demostrado que la ausencia de un padre o de una figura paterna sustituta provocará en el niño hasta su edad adulta, un gran número de dificultades que van desde la sociabilización con sus pares, el respecto a la autoridad, una marcada tendencia hacia la violencia, el no manejo adecuado de sus impulsos, el consumo de sustancias, su bajo rendimiento académico y un largo etcétera que ya presenté anteriormente.
En definitiva, la función del padre requiere de sacrificio y la autoridad debe ganársela día a día, a través de su prestigio, el correcto trato a los demás y las correctas decisiones que este pueda tomar.
Bibliografía
Baistrocchi, Roberto Yaría; Juan A.: Adicciones: subjetividad, cerebro, cultura, conducta. Buenos Aires: RV Ediciones, 2014.
Labaké, Julio César: Redescubrir la autoridad. Buenos Aires: Aguilar, 2011.
Sánchez Mejorada, Jorge: Efectos traumáticos de la ausencia o disfunción paterna en un grupo de hombres adictos en tratamiento. México: 2008. http://www.mundolibre.org.pe/conferencia/recursos/files/feb7/jorge-sanchez.pdf
El padre tiene un rol muy importante, es bueno siempre sea una persona responsable