La Santa Misa y sus partes

La misa es el acto más elevado de toda la religión cristiana. Ya que el sacramento de la Eucaristía es el centro y el compendio de todo el Cristianismo. E […]

La misa es el acto más elevado de toda la religión cristiana. Ya que el sacramento de la Eucaristía es el centro y el compendio de todo el Cristianismo. E incluso los demás sacramentos se ordenan para fin de éste.

El objetivo de este post es que aprendamos todo lo relevante relacionado a la Santa Misa.

 

Una guía del lenguaje corporal

Al inicio, durante y después de cada misa, hacemos genuflexiones, nos ponemos de rodillas, nos paramos, nos sentamos, etc.

 

Genuflexión

Cuando nos acercamos a “nuestro banco” antes de la misa, hacemos una genuflexión en reverencia y reconocimiento de la presencia real de Jesús en el tabernáculo.

La genuflexión se hace tocando la rodilla derecha en el suelo mientras miramos al Santísimo Sacramento.

Hacemos una genuflexión porque nuestro Salvador está presente, reservado en el sagrario o expuesto en el altar.

 

De pie

En nuestra cultura, ponerse de pie es una señal de respeto; se trata de una posición de atención, de disposición, de estado de alerta.

Los feligreses permanecen de pie desde la procesión de entrada y hasta que finalice la oración colecta.

También cuando el canto Aleluya, mientras se lee el Evangelio, al decir el credo y durante la oración de los fieles.

También nuestra postura es de pie cuando el cura dice “oremos hermanos para que este sacrificio…”.

La postura durante el Padre Nuestro y en la mayoría de los casos al recibir la comunión es de pie, aunque de rodillas es la mejor opción para quien recibe la comunión.

Por último, estamos de pie en la bendición final, incluyendo la procesión final.

 

Sentados

Este es un momento especial para la escucha atenta y la meditación, la contemplación de lo que ha ocurrido, todo lo que hemos visto y oído.

Nos sentamos durante las dos primeras lecturas y el salmo responsorial, así como durante la homilía y el ofertorio.

Y tenemos la opción de sentarnos o arrodillarnos después de la comunión.

 

Reverencia

Hay dos tipos de reverencias que pueden ser utilizadas durante la misa.

En primer lugar, asentir con nuestra cabeza a los nombres de Jesús, María, la Trinidad (Padre, Hijo, Espíritu Santo), y al santo al que se está celebrando la misa.

Un segundo tipo de reverencia es un acto más profundo, la flexión de la cintura; nos inclinamos profundamente hacia el tabernáculo o podemos hacer una genuflexión.

Este tipo de gesto se hace del mismo modo al pasar frente al altar y al tabernáculo.

Nos inclinamos durante el credo cuando las palabras “y por el Espíritu Santo se encarnó…”

Al acercarnos al ministro para recibir la Santa Comunión, también nos inclinamos profundamente.

 

De Rodillas

Cuando llegamos temprano al templo pasamos unos momentos preciosos de rodillas preparando nuestros corazones y mentes para entrar en los misterios de la misa.

Durante la misa, nos arrodillamos para la consagración a través del Gran Amén.

Siguiendo al Cordero de Dios, nos arrodillamos y humillamos para la comunión santa.

Antes en la historia de la Iglesia, estar de rodillas era considerada como una postura de penitencia; hoy en día también es un acto de adoración.

 

Señal de la cruz

Lo primero que muchos católicos hacen al entrar en la Iglesia es sumergir sus dedos en la pila de agua bendita y hacer la señal de la cruz sobre sus cuerpos.

Con este acto, estamos recordando nuestro bautismo y reconocemos que hemos entrado en un espacio sagrado.

La señal de la cruz se hace con la mano derecha con todos los dedos apuntando hacia arriba (las cinco llagas de Jesús).

Mientras se toca la frente, nuestro pecho y los hombros (de izquierda a derecha): Padre, Hijo, Espíritu Santo – la Trinidad.

También hacemos una versión más pequeña utilizando nuestro pulgar justo antes del Evangelio, que se hace en la frente, los labios y el pecho:

“Que las palabras del Evangelio estén en nuestras mentes, en nuestros labios y en nuestro corazón”.

 

Signo de la paz

De acuerdo con la Instrucción General del Misal Romano, el rito de la paz sigue a la oración del Señor, y los fieles expresan entre sí la comunión eclesial y caridad mutua antes de comulgar.

En cuanto a la señal de la paz que ha de darse, la forma se establece por las Conferencias de Obispos de acuerdo con la cultura y costumbres de los pueblos.

Sin embargo, conviene que cada persona ofrezca el signo de la paz sólo a aquellos que están más cerca y de manera sobria.

 

Guía de la misa

  1. Entrada

Es el saludo que el sacerdote que preside la misa hace al pueblo.

Dios nos recibe y nos une en comunidad con el simple y sencillo acto de la bendición.

“en el nombre del Padre”

“… del hijo”

“… y del Espíritu Santo”

El sacerdote nos dice “el Señor esté con ustedes” y respondemos … y con tu espíritu.

 

  1. Acto de contricción o penitencial

En esta parte el sacerdote puede recitar el “yo confieso…” con al pueblo.

Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.

Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego ante santa María, siempre virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros hermanos, que intercedáis por mí ante dios, nuestro Señor.

Dios todopoderoso… a la vida eterna. Amén

O se pueden hacer tres mociones. Las mociones las puede decir alguien de la comunidad; usualmente los días festivos y domingos

También se puede cantar el “¡Señor ten piedad! ¡Cristo ten piedad! ¡Señor ten piedad!”

Este “¡Señor ten piedad!…” lo dice también el sacerdote aunque se haya recitado el “yo confieso…”

 

  1. Gloria

Los días festivos y domingos se canta o recita el gloria.

Hay muchas versiones, una puede ser esta:

Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.

Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias Señor dios, rey celestial, Dios Padre todopoderoso.

Señor, hijo único, Jesucristo.

Señor dios, cordero de dios, hijo del Padre.

Tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.

Tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica.

Tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros.

Porque sólo tú eres santo, sólo tú Señor, sólo tú altísimo Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.

El sacerdote dice oremos. Al final de la oración: Amén

 

  1. Liturgia de la palabra: las lecturas

Limpios de corazón y en actitud de humildad podemos ahora escuchar la palabra de Dios y dejarnos moldear por ella.

En las lecturas y el salmo Dios mismo se hace presente y nos habla, despierta nuestra fe, reafirma nuestra esperanza y aviva nuestro amor.

Las lecturas se hacen desde el ambón.

Los días comunes se lee una primera lectura y el salmo.

Y los días festivos y domingos se lee una primera lectura, el salmo y una segunda lectura.

La primera lectura suele ser del antiguo testamento y la segunda lectura de una carta del nuevo testamento.

El salmo puede ser totalmente leído, totalmente cantado o cantada solamente la antífona del salmo.

En la primera lectura y segunda lectura. Al final de cada lectura, el lector dice: palabra de dios. Todos aclaman: te alabamos Señor.

 

  1. El Aleluya

Viene ahora un canto de gozo y de júbilo: “¡Aleluya!”.

Este canto prepara nuestro corazón para meditar la vida, obra y enseñanzas de Jesús, que vienen narradas a continuación en el evangelio.

 

  1. El evangelio

Es la lectura más importante de la eucaristía, pues nos pone en contacto con la persona y la vida de Jesús.

La lee un sacerdote o un diácono.

El Señor esté con vosotros. Y con tu Espíritu.

Lectura del santo evangelio según san n. Gloria a tí, Señor.

Acabado el evangelio se dice: palabra del Señor. Todos aclaman: gloria a tí, Señor Jesús.

 

  1. La homilía

El sacerdote nos ayuda a comprender la palabra de dios, pues Dios mismo lo utiliza como mensajero de su amor.

Él nos comparte, por su ministerio, lo que la comunidad de los creyentes (la iglesia) ha comprendido de este mensaje y también nos transmite su experiencia personal.

Luego de lo cual él se sienta y se hace un momento de silencio.

 

  1. La profesión de fe

Una vez hemos escuchado las palabras de Jesús y reflexionado sobre ellas viene el credo, es decir, la expresión de nuestro compromiso personal y comunitario con Dios Padre creador, Dios hijo salvador y Dios espíritu santificador:

Hay varias versiones de credo, una puede ser esta:

Creo en un solo dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor, Jesucristo, hijo único de dios, nacido antes de todos los siglos.

Dios de dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho.

Que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la virgen, y se hizo hombre.

Y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato.

Padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día según las escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre.

Y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del hijo, que con el Padre y el hijo reciben una misma adoración y gloria.

Y que habló por los profetas.

Creo en la iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.

Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados.

Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.

 

  1. La oración de los fieles

En el credo hemos expresado y precisado nuestra fe personal y colectiva, por eso ahora, como comunidad de fe, nos dirigimos a dios, elevando nuestras súplicas, pidiéndole por todas nuestras necesidades y pidiendo unos por otros.

Generalmente un miembro de la comunidad hace las súplicas pero también las puede hacer el sacerdote.

La respuesta a cada oración puede ser hablada o cantada.

 

  1. El ofertorio

En el ofertorio el sacerdote prepara la mesa y ofrece el pan y el vino a dios

Y miembros de la comunidad pasan las canastas para la limosna.

Suele haber un canto.

 

  1. Liturgia eucarística

Bendito seas Señor… bendito seas por siempre Señor.

Orad hermanos… el Señor reciba de tus manos este sacrificio para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien, y el de toda su Santa Iglesia.

Oración sobre las ofrendas.

Por Jesucristo nuestro Señor. Amén

 

  1. Empieza la plegaria eucarística

El Señor esté con vosotros… y con tu Espíritu.

Levantemos el corazón… lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios… es justo y necesario…

 

  1. Canto del santo

Hemos hecho ofrenda del pan y del vino, de nosotros mismos y del mundo entero.

Ahora esta ofrenda va a ser consagrada: la hostia se transformará en el cuerpo de Cristo y el vino en su sangre.

Por esa consagración, nosotros mismos seremos santificados y el mundo entero también.

Nos unimos a los santos y a los ángeles, que contemplan y gozan ya del fruto de estos misterios, cantando a dios.

Hay varios cantos, uno puede ser este:

“santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo, llenos están los cielos y la tierra de su gloria. ¡hosanna en el cielo! ¡bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡hosanna en el cielo!”

 

  1. Consagración

En este momento, por el ministerio que el sacerdote ha recibido, el pan y el vino son transformados en el cuerpo y la sangre de cristo.

El sacerdote repite las palabras que Jesús pronunció en la última cena, con las cuales él mismo dio gracias y bendijo el pan y el vino, haciéndolos su cuerpo y su sangre.

Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ¡ven Señor Jesús!

Al final de la plegaria eucarística, el sacerdote toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:

Por cristo, con él y en él, a ti Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.

El pueblo aclama: Amén.

 

  1. El Padrenuestro

Cristo se ha hecho presente en medio de nosotros, por él hemos sido hechos todos hermanos en el espíritu, hijos de un mismo Padre.

Por eso, ahora, juntos, podemos orar en compañía de Jesús al Padre, como el mismo Jesús nos enseñó.

Fieles a la recomendación del salvador… nos atrevemos a decir:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

Líbranos de todos los males, Señor… tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

Señor Jesucristo, que dijiste… Amén.

La paz del Señor esté con vosotros. Y con tu espíritu.

 

  1. Saludo de la paz

Los fieles se saludan dándose la paz.

 

  1. Cordero de dios

Reconocemos ahora que Jesús ha ofrecido su vida al Padre por nosotros en la cruz, él es el sacrificio vivo y santo que nos ha reconciliado para siempre con dios.

Se canta o se recita el cordero:

Cordero de dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.

También se puede cantar.

Este es el cordero de dios… Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

El sacerdote comulga y dice el cuerpo de Cristo… Amén

 

  1. Rito de comunión

En este momento recibimos a Jesús en la eucaristía, su cuerpo, su sangre, su alma y su divinidad.

El sacerdote, el diácono y ministros de la eucaristía distribuyen la hostia consagrada.

Cuando se comulga solamente bajo una sola especie se puede comulgar en la mano o en la boca (arrodillado o parado). Es preferible hacerlo en la boca.

Cuando se comulga bajo las dos especies (el cuerpo y la sangre) la ordenanza del vaticano es que sea siempre en la boca.

Luego de comulgar los fieles quedan un momento arrodillados.

Oración después de la comunión. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

 

  1. Avisos parroquiales

Antes de la bendición final el guía de misa o el sacerdote dan a los fieles avisos de las actividades parroquiales.

 

  1. Bendición final

Con el encargo de dejar vivir en nosotros a Cristo y transmitirlo a los que nos rodean en acciones concretas de amor y servicio, somos enviados al mundo con la bendición de dios, para que nuestra tarea sea efectiva y demos fruto abundante.

El Señor esté con vosotros. Y con tu espíritu.

La bendición de Dios todopoderoso Padre, hijo y Espíritu Santo descienda sobre vosotros. Amén.

Podéis ir en paz. Demos gracias a dios.

Se canta un canto de despedida que suele ser en honor a la virgen María.

Y los fieles esperan que se vaya el sacerdote hasta moverse de su sitio.

 

Posturas que deben observar los fieles en la celebración de la santa misa

  1. Desde el principio hasta el comienzo de la liturgia de la palabra: de pie.
  2. Durante las lecturas que preceden al evangelio y el salmo responsorial: sentados.
  3. Durante el canto del aleluya que precede al evangelio y durante la proclamación del mismo: de pie.
  4. Durante la homilía: sentados.
  5. Durante la profesión de fe (credo) y la oración de los fieles: de pie.
  6. Mientras se hace la preparación de los dones en el ofertorio, hasta el “orad, hermanos” inclusive: sentados.
  7. Desde que comienza la “oración sobre las ofrendas” hasta el momento de la consagración: de pie.
  8. Durante la consagración, de rodillas, a no ser que lo impida la estrechez del lugar, la aglomeración de la concurrencia o cualquier otra causa razonable.
  9. Terminada la consagración y la elevación del cáliz, con la genuflexión del sacerdote, hasta el final de la misa: de pie.
  10. Pero, “según la oportunidad, a lo largo del sagrado silencio que se observa después de la comunión”, sentados.