Las cuatro verdades nobles y el noble camino octuple del Budismo

Nacido como un príncipe, Buda vivió una vida de grandes lujos durante sus primeros dieciocho años. Estaba rodeado de belleza, abundancia, amor y comodidades. Aunque no tuviera las comodidades y […]

Nacido como un príncipe, Buda vivió una vida de grandes lujos durante sus primeros dieciocho años. Estaba rodeado de belleza, abundancia, amor y comodidades. Aunque no tuviera las comodidades y lujos modernos a los que muchos de nosotros estamos acostumbrados, tenía el futuro asegurado. Cualquier deseo suyo era satisfecho, cualquier placer que deseara era colmado.

A pesar de estas comodidades y placeres externos, el joven se sentía vacío y anhelaba un sentimiento de plenitud que el placer era incapaz de colmar; de modo que Buda abandonó su vida principesca para buscar una felicidad más duradera.

Entonces, Buda hizo lo que tú y yo hemos hecho tantas veces, se fue al extremo opuesto. En lugar de satisfacer todos sus caprichos, llevó una vida de privaciones. Adelgazó tanto que si se apretaba el ombligo con el dedo podía tocar su columna. Después de seguir una vida austera durante seis años, la abandonó. Descubrió que su abnegada existencia sólo conseguía debilitar su cuerpo y su mente. Su sed de paz interior no se saciaba ni con el extremo de los excesos ni con el de las privaciones. Sin embargo, su problema de cómo hallar la felicidad duradera y la plenitud emocional seguía sin resolverse.

El Camino Medio

Al contrario que tú y yo, Buda no osciló entre el extremo de los excesos (placer) y el de las privaciones (dolor). Descubrió que ambos extremos eran un sendero doloroso e infructuoso. Aunque vivió algunos momentos maravillosos, no colmaron completamente su deseo de paz y seguridad duraderas. Probablemente, tú debes haber experimentado también momentos deliciosos (una comida estupenda, un sexo fabuloso, vacaciones maravillosas). Pero cuando se acaba, se acaba, y descubres que sólo se trata de una felicidad temporal y circunstancial: depende de factores externos a ti.

 En vez de buscar en alguna otra parte, Buda decidió seguir el Camino Medio y centrarse en el momento presente, en lugar de buscar soluciones extremas en el exterior. Dirigió la atención a su interior y examinó atentamente aquello que ocurría en su cuerpo y en su mente.

Buda se sentó al pie de un árbol bodhi. Decidió no levantarse hasta liberarse de la sed que buscaba saciarse en el lugar equivocado. Durante la noche, legiones de deseos, lujuria, placer, dolor, agresividad, miedo, tentación, frustración, odio y duda intentaron apartarle de su meta, pero permaneció impasible. Cuanto más tiempo meditaba, más intensas y exigentes se volvían esas fuerzas.

Imagina que, mientras meditas bajo un árbol, eres tentado por tus visiones, sabores, olores y sonidos favoritos, y atacado ferozmente por lo que más odias y encuentras insoportablemente repulsivo. Imagina que meditas allí hora tras hora, después de haber decidido no levantarte hasta tener la absoluta certeza de haber descubierto la clave de la felicidad. Eso es lo que Buda hizo exactamente la noche de su iluminación.

Visto desde fuera, no podía notarse de qué modo Buda respondía a esas fuerzas; todo cuanto se veía era que permanecía sentado en aquel lugar. Pero lo que hizo en su interior fue extraordinario. Centró su atención en lo que ocurría, pero sin reaccionar ante ello. A veces, las fuerzas del deseo se volvieron tan intensas que Buda tuvo que tocar la tierra como testigo y para recibir apoyo. A pesar de lo que apareciera, desde lo más celestial a lo más demoníaco, se limitó a meditar en silencio y a observarlo. No se apegó a los goces ni rechazó las cosas desagradables. Observó cómo seguían su ciclo natural surgiendo y desapareciendo sin interferir en ello. Lo que descubrió era sencillo y, a la vez, profundo. Cuando no se apegaba al placer ni rechazaba el dolor, veía que sus atacantes perdían su poder. Así es como logró vencer esas fuerzas.

Al observar profundamente su interior, Buda liberó su mente de la tiranía del deseo. Tú también puedes alcanzar esta libertad si observas tu interior. Lo que Buda vio y aprendió aquella noche podemos lograrlo tú y yo lo mismo que él. Halló la plenitud que buscaba, pero gracias al esfuerzo y a la honestidad. Antes de alcanzar la iluminación y liberarse del sufrimiento, había muchas cosas que debía afrontar y aprender.

Descubrió la vida de desdicha que había creado con la falsa idea básica de que el placer puede durar y el dolor, evitarse. Nos lastimamos a nosotros y a los demás una y otra vez al aferrarnos a las experiencias cambiantes, como nuestro cuerpo y nuestras relaciones. Es inevitable que experimentemos cierto sufrimiento, porque las pérdidas y los cambios forman parte de la vida de todos; sin embargo, mucho del sufrimiento que padecemos es opcional. Lo creamos al resistirnos al momento presente y no aceptar que todo cuanto existe está destinado a cambiar, mutar y desaparecer, nos guste o no. En realidad, no hay nada que deba causarnos atracción o rechazo. Cuando observas atentamente cada momento, descubres que cosas tan opuestas como el placer y el dolor, o el hecho de ganar o perder, tienen sus ventajas y desventajas.

Las Cuatro Nobles Verdades y el Óctuple Sendero te enseñan cómo hallar la paz en medio de los desafíos y cambios que siempre están presentes. Muestran cómo desprenderse del apego al placer y del miedo al dolor, para poder disfrutar de la situación que vives, sea la que fuere, sabiendo que tarde o temprano va a cambiar. Cuando aplicas esas enseñanzas y sugerencias de un modo consciente, aprendes a aceptar la verdad de cada momento con elegancia, sin luchar. Así es como hallas alimento espiritual en los lugares en que puedes encontrarlo. Esto es pura y simplemente tu desafío y tu práctica.

Los Excesos, las Privaciones y el Camino Medio

Buda comparó el Camino Medio y las Cuatro Nobles Verdades con un tronco que se desliza flotando por un río. Una de las orillas representa los excesos y la otra, las privaciones. Mientras el tronco se desliza por el río, evita ambos extremos. Si se queda atrapado en cualquiera de ellos, el tronco se hunde o se pudre.

Depende de cada individuo el reconocer esos extremos, igual que lo hizo Buda en la noche de su iluminación. Observó y contempló lo que aparecía ante él, fuera lo que fuese. No se dejó seducir por los placeres ni se dejó traicionar por el dolor, porque se mantuvo centrado en el momento presente, sin apegarse o aferrarse a nada. Debes tener en cuenta que Buda nunca dijo: «La extinción del sufrimiento es fácil», sino «La extinción del sufrimiento es posible». Aprendiendo a observar tu interior y llevando una vida bondadosa e íntegra, libre de apegos, puedes alcanzar las Cuatro Nobles Verdades tal como Buda lo logró hace 2.500 años. Los logros y cambios que éstas generan dan mayor satisfacción que cualquier otra cosa que puedas vivir.

Nadie puede practicar o aplicar la sabiduría de las Cuatro Nobles Verdades por ti. Eres el único que puede experimentar el poder y la posibilidad que encierran la visión clara y la práctica. Por eso, Buda insistió en que: «No creas ciegamente lo que dicen los demás. Averigua por ti mismo qué es lo que te aporta claridad y paz. Ése es el camino que debes seguir».

Las cuatro nobles verdades

Primera Noble Verdad. El sufrimiento (dukkha)

“Esta, monjes, es la Noble Verdad de dukkha: el nacimiento es dukkha, la vejez es dukkha; la tristeza, el lamento, el dolor, la pena y el desespero son dukkha; la asociación con lo que no se ama es dukkha; la separación de lo que se ama es dukkha; no conseguir lo que se quiere es dukkha. En breve, los cinco agregados del apego son dukkha.” – Buda

La Primera Noble Verdad nos dice que estar vivo implica tener la experiencia del duhkha, término que comúnmente se traduce como “sufrimiento”. Los tres aspectos a través de los cuales se desarrolla esta verdad se resumen en: “Existe el sufrimiento. La existencia del sufrimiento debe ser comprendida. La existencia del sufrimiento ha sido comprendida.”

Aunque solemos ver el sufrimiento como algo propio: “mi sufrimiento”, la Primera Noble Verdad nos lo muestra como un hecho objetivo, que existe independientemente de nosotros. Es decir, que el sufrimiento existe como algo no personal, como el reflejo de algo que no es nuestro, que no forma parte de nuestra naturaleza esencial. Cuando sufrimos, no somos el sufrimiento, sino que éste está en nosotros, del mismo modo que no somos el aire que respiramos, aunque este se incorpore y posteriormente se elimine.

Así, la afirmación de que “existe el sufrimiento”, constituye la primera comprensión de esta Noble Verdad. Además, el sufrimiento es un nexo común entre los humanos, pues todos sin excepción lo experimentamos en un momento u otro. De hecho, sólo podemos nacer a la compasión (karuna) en la medida en que somos conscientes del sufrimiento ajeno. Si vemos a los otros como seres susceptibles de sufrir en la misma medida que nosotros, evitamos causar daño.

La palabra que empleó Buda para definir el sufrimiento es dukkha, que significa literalmente: “incapaz de satisfacer”. Es decir, que el sufrimiento surge de la imposibilidad de ver satisfechas nuestras necesidades. Incluso es placer es insatisfactorio, pues su naturaleza es temporal y finita.

“Las cosas son como son, así que podemos reconocerlas y apreciarlas en sus formas cambiantes sin aferrarnos. Aferrarnos es querer atrapar algo que queremos; querer deshacernos de lo que no queremos; o querer obtener algo que no tenemos.” – Ajahn Sumedho

La segunda comprensión nos dice que “el sufrimiento debería ser entendido”. No se trata por tanto de evitarlo o de huir, ya que el sufrimiento existe y lo vamos a encontrar en nuestra vida. No se trata de reaccionar ante él de un modo apresurado, sino de comprender las causas que lo generan.

El mundo sensorial nos expone de manera continua al placer y al dolor, al dualismo del Samsara. Pero nuestra tendencia natural es evitar el dolor, no sólo a nivel personal, sino colectivo. El objeto de esta Primera Noble Verdad no es llevar a las personas al pesimismo, sino hacer una observación realista sobre la condición humana, que evite la negación o la ignorancia.

Una parte importante del sufrimiento proviene de la interacción con otras personas o con el entorno. Pero es fundamental comprender que aunque los demás, o las circunstancias, pueden ser una fuente de molestia, el sufrimiento proviene de nuestra reacción ante la vida. Los mismos hechos que causan dolor a unas personas son irrelevantes para otras.

De este modo, cuando empezamos a no identificarnos con el dolor, comenzamos a desarrollar la tercera comprensión de esta verdad, que el sufrimiento ha sido eliminado.

Segunda Noble Verdad. Causas del sufrimiento.

“Y esta, monjes, es la Noble Verdad del origen de dukkha: el aferramiento que provoca el consiguiente devenir y que es acompañado por la pasión y el deleite, probándolo ahora aquí y ahora allí. El aferramiento al placer de los sentidos, el aferramiento a que algo aparezca, el aferramiento a que algo no aparezca.” – Buda

Los tres aspectos asociados a la Segunda Noble Verdad son: “Hay un origen del sufrimiento, que es el apego al deseo. El apego debe ser eliminado. El apego ha sido eliminado”.

Como muestra el texto citado, hay tres clases de deseo: el deseo del placer de los sentidos (kama tanha), el deseo de existir y devenir (bhava tanha) y el deseo de dejar de existir y de dejar de devenir (vibhava tanha)

El deseo de satisfacer los placeres de los sentidos es fácil de comprender. Cuando estamos experimentando algo agradable, deseamos que esa sensación perdure, o si ha terminado, buscamos su repetición. Pero ninguna experiencia, sea placentera o dolorosa, es permanente y ni siquiera la repetición nos asegura que el placer experimentado por primera vez se repita de nuevo, ya que todo cambia, todo se está convirtiendo en otra cosa. Del mismo modo, la búsqueda repetitiva de esta satisfacción nos encadena en una rueda que nos esclaviza y acaba por conducirnos al dolor, lo que nos devuelve a la Primera Noble Verdad.

El deseo de existir y devenir puede ser entendido en un nivel muy básico como el apego por querer convertirnos en algo diferente. Cuando buscamos ser más ricos, más poderosos o más atractivos, o cuando deseamos cambiar nuestro carácter, nos apegamos a una búsqueda que lleva a la desilusión y que siempre acaba siendo insatisfactoria. Incluso el deseo de alcanzar la Iluminación o de llevar una vida espiritual puede convertirse en un apego que conduzca al dolor. Ninguna cantidad de dinero, de poder, de amor o de conocimientos resulta satisfactoria a la larga, pues mientras estamos atrapados en la rueda del deseo, siempre querremos más.

Derivado de este deseo de existir y devenir, nace el deseo de dejar de existir, de dejar de devenir. Por ejemplo, el deseo de dejar de sufrir, o de suprimir determinados rasgos de nuestro carácter es de nuevo una vía para la insatisfacción y el dolor, ya que estos rasgos no van a desaparecer porque deseemos librarnos de ellos. Además, el deseo de librarse de algo, por negativo que sea, es también un deseo.

Lo más importante es comprender que del mismo modo que no somos el sufrimiento, tampoco somos su causa, que es el apego por el deseo. Ni siquiera el deseo es de por sí una causa de dolor, sino el apego hacia el deseo, es decir, pensar que “yo soy lo que deseo”, o bien “yo no soy lo que deseo evitar”. Así, el sufrimiento surge cuando nos apegamos a los ideales, a toda la complejidad que creamos en torno a las cosas y a nosotros mismos.

En esta comprensión, vemos que como seres humanos tenemos necesidades y que éstas deben ser cubiertas. El propio Buda abandonó los métodos ascéticos después de probarlos, entendiendo que no se logra el Despertar cuando se daña el cuerpo.

Como el apego por el deseo es algo natural en el ser humano, lo observamos sin juicio, lo reconocemos como tal. No hay nada teórico en ello. El cuerpo, por ejemplo, necesita ser alimentado y cuidado, y es preciso permitir que se comporte de acuerdo a su naturaleza. Se le permite ser como es, sin intentar que cambie su naturaleza esencial. No se le abandona.

Del mismo modo, no hay problema en tener posesiones materiales, sino en apegarse a ellas. Los objetos son necesarios, pero es el deseo de tenerlos o el miedo a perderlos lo que nos causa infelicidad. Todas estas son condiciones que surgen en la mente, pero no forman parte de nuestra naturaleza esencial.

Tercera Noble Verdad. El cese del sufrimiento.

“Y esta, monjes, es la Noble Verdad del cese de dukkha: la restante disminución y cese del aferramiento, la renuncia, el abandono, la liberación, el dejar ir ese mismo aferramiento.” – Buda

Los tres aspectos asociados a la Tercera Noble Verdad son: “El cese del sufrimiento se alcanza liberándose del apego. La liberación debe ser alcanzada. La liberación ha sido alcanzada”.

La Tercera Noble Verdad nos invita a contemplar que “todo lo que surge, está destinado a cesar”. Es decir, que mientras haya creación habrá cese. Así, el propio sufrimiento que ha sido generado, en algún momento acabará. Esta es la norma en el reino de los sentidos.

Como se indicó anteriormente, el término que utiliza Buda para designar el sufrimiento es dukha. Perodukkha no es sólo sufrimiento o dolor en el sentido que solemos entender estos términos, dukkha es también lo insustancial, lo ilusorio. En este sentido, la propia existencia, el devenir, es ilusorio y carente de una entidad propia.

En la Tercera Noble Verdad observamos el proceso de lo que surge y desaparece, lo que solemos denominarsamsara, el devenir. En cambio, el Nirodha (una palabra de significado equivalente a Nibbhana) es el cese deldukkha.

Es importante establecer la diferencia entre el cese y la eliminación. El cese es un proceso natural que sigue de forma ineludible al surgimiento. Todo lo que surge, nace o comienza lleva consigo un destino: cesar, morir o acabar. Los seres han de morir porque han nacido, las estaciones del año acaban porque han comenzado, la luz que se apaga en algún momento se encendió. Y lo que queda tras el cese es la paz.

Pero cuando intentamos eliminar algo, estamos haciendo algo que es antinatural, impuesto. La eliminación de algo nos enreda en la rueda del devenir, en el samsara. Intentar eliminar algo nos apega a aquello que deseamos suprimir, generando kamma. Por ese motivo, una de las claves de la meditación consiste en observar los estados mentales, no en suprimirlos. Así, cuando simplemente observamos el surgimiento de nuestros pensamientos, conductas o emociones, somos también testigos de su cese, sin necesidad de reprimir o negar ninguna idea, conducta o emoción. El cese viene cuando algo se deja ir, cuando se abandona o se libera, cuando renunciamos al apego.

El Dhamma (enseñanza, verdad) es algo que debe ser comprendido y aplicado aquí y ahora. Consiste en ver las cosas tal como son, en comprender la vacuidad esencial de todo lo que existe en el mundo de los sentidos. No existe un mundo externo que pueda ser observado sin un mundo interno que lo observe. Pero el observador es en sí un ser vacío, un ser que cultiva la realización de que “no hay un yo aquí adentro” (anata).

Este conocimiento o prajna es un tipo de comprensión intuitiva que va más allá del dominio del intelecto, se trata en fin de una capacidad de discernimiento espiritual que nos permite ver la naturaleza ilusoria e insatisfactoria de la realidad material. Como se suele decir: “Un arahant [despierto, iluminado] no necesita saberlo todo, excepto que todo lo que está sujeto al surgimiento está sujeto al cese.”

Por supuesto, este prajna no nos evita actuar sobre el mundo en el que vivimos:

“Hacemos las cosas porque es lo correcto en este momento y lugar, en vez de por un sentido de la ambición personal o por el miedo al fracaso.” – Ajahn Sumedho

Cuarta Noble Verdad. El camino que conduce al cese del sufrimiento.

“Y esta, monjes, es la Noble Verdad del camino de práctica que conduce al cese de dukkha: precisamente este Noble Camino Óctuple: el correcto punto de vista, la correcta resolución, el habla correcta, la acción correcta, el modo de vida correcto, el esfuerzo correcto, la atención correcta, la concentración correcta.” – Buda

La Cuarta Noble Verdad, presenta como las tres anteriores, tres aspectos en su práctica: “Existe un Sendero Óctuple que libera del sufrimiento. El sendero debe ser desarrollado. El sendero ha sido totalmente desarrollado.”

A través de la Cuarta Noble Verdad, Buda nos muestra la fórmula para la eliminación del apego al deseo, causante del dukkha o sufrimiento. Esta solución se expresa a través de lo que se conoce como el Sendero Óctuple (atthangika magga). Las ocho vías del camino óctuple se resumen en tres categorías fundamentales: desarrollo de la sabiduría (prajna), que genera moralidad (sila), que a su vez conduce a la meditación (samadhi), es decir, a la liberación definitiva a través de la purificación del corazón.

Cuando define este sendero, Buda rechaza una idea que es básica en muchas de las religiones del mundo: se abandona la fe en un Dios creador de cuya existencia dependa la salvación o la seguridad de los seres humanos. Hay que aclarar aquí que el camino budista no rechaza la existencia de Dios, sino que simplemente no la considera. El sendero óctuple es una vía humana para la eliminación del sufrimiento en este mundo. Se trata de un camino práctico, orientado hacia una meta definida, que debe ser desarrollado a partir de este preciso momento.

El Sendero Óctuple se desarrolla a través de los siguientes aspectos.

Relacionados con la sabiduría:

  • Comprensión correcta (samma ditthi). Implica estudiar y comprender el Dhamma (enseñanzas) no como un pensamiento filosófico, sino como una realidad que debemos comprender hasta sus más raíces más profundas.
  • Pensamiento correcto (samma sankappa). Cultivar una mente positiva, que huya del odio, del deseo de herir o de los apegos.

Relacionados con la moralidad:

  • Palabra correcta (samma vaca). Evitar la charla intrascendente, la frivolidad. No mentir, no criticar, no usar términos desagradables o violentos, etc.
  • Acción correcta (samma kammanta). Actuar con buena intención. No matar, no robar, no hacer daño, no cometer abusos, etc.
  • Ocupación correcta (samma ajiva). Implica la necesidad de ganarse la vida de un modo honesto, en una ocupación que no sea dañina para otras personas.

Relacionados con la meditación:

  • Esfuerzo correcto (samma vayama). Nos anima a transformar las energías y actitudes negativas en otras positivas.
  • Atención correcta (samma sati). Desarrollar la consciencia tanto de los acontecimientos externos, como de los internos: sensaciones corporales, emociones y pensamientos.
  • Concentración correcta (samma samadhi). Meditar de un modo aplicado y con la aspiración más elevada, sin desear sólo el propio despertar.

Aunque los ocho senderos se presentan en este orden, que fue el que Buda nos legó en el sermón de Varanasi, estos no se desarrollan de manera secuencial, sino que el practicante debe trabajar con todos ellos al mismo tiempo.

La finalidad del Sendero Óctuple, resumen final de las Cuatro Nobles Verdades es la de superar el samsara y entrar en el Nibbana o liberación total.

El Noble Sendero Octuple

ruedaSeria bueno comenzar por interpretar el sentido de este camino, no como un camino que recorremos dejando atrás etapa tras etapa y llegando finalmente, tal y como partimos si acaso un poco mas viejos, a alguna meta en donde recogeremos los frutos o recompensas del esfuerzo.

Más bien hemos de tomar esta enseñanza como el mito del viaje, en donde el viajero parte con la intención de llegar a cierto puerto, podríamos decir Itaca, y es con la experiencia del viaje mismo que nos trasformamos y enriquecemos y al llegar no es necesario obtener ningún premio. La isla hacia la que partimos fue la excusa, pero fue realizando el viaje que comprendimos, cambiamos, abrimos el corazón y la mente y la trasformación experimentada es la verdadera meta.

Usaré como base para esta exposición la forma en que Sangharakshita ha traducido y explorado la enseñanza y que podéis encontrar en castellano bajo el titulo “Budismo para principiantes y maestros”.

Dice Sangharakshita, así lo he leído, que este camino tiene dos partes: La primera es de Visión y se corresponde con la primera de las ocho etapas, la segunda es de transformación y abarca las otras siete etapas restantes.

Las ocho etapas de la liberación

im_desapego_mnica1º Etapa: La Visión Perfecta.

Esta primera etapa y primera parte del camino tiene que ver con intuición espiritual. Al referirnos a ella como visión estamos marcando que se trata de una experiencia y no de un mero acercamiento intelectual. Es a través de esta visión, de esta intuición o experiencia sobre como son las cosas que comenzamos o decidimos comenzar el viaje.

Sin esta intuición inicial nada ocurriría y es en la medida que esta experiencia es mas o menos fuerte y penetrante que permea todo nuestro ser, transformando la emoción, el habla y cada una de las cosas que nos configuran como seres; hasta que finalmente emergemos renovados y con una conciencia luminosa, compasiva y libre. Entonces la visión de la existencia es perfecta, completa, sin tacha.

La intuición inicial transforma, en alguna medida, las distintas partes de nuestro ser, esta trasformación hace que la visión sea mas clara y profunda y esto aumenta la transformación………
Vemos pues que el camino espiritual no es un mero camino de buenas intenciones, o un mero ejercicio de seguir reglas y disciplinas, ni consiste en adoptar creencias. Sino que parte de un vislumbre que nos da impulso. Este vislumbre puede surgir de muchas maneras, tal vez un acontecimiento triste y doloroso como la perdida de un ser querido; tal vez al encontrar alguna enseñanza que especialmente nos impacta y aclara nuestra mente; puede que sea la madurez que la vida nos va proporcionando o una dedicación profunda de nuestro tiempo y de nuestra vida al altruismo; tal vez el cansancio de ver tanta belleza y energía dilapidada en pos de nada.

El Buda tuvo un vislumbre inicial que le llevó a dejar sus palacios, su comodidad y su poder para emprender una búsqueda profunda que respondiera a las preguntas que su vislumbre habían suscitado. El vivía cómodo y en la abundancia pero empezó a ver la enfermedad, la vejez, la inevitable muerte ¿Todos estamos sujetos a esto? Se preguntó. De qué sirve pues rodearme de seguridad y embriagarme de placer, no habrá una respuesta para esta aflicción, no habrá más luz que esta penumbra que nos envuelve. Y si yo sujeto como estoy a lo insatisfactorio, a lo impermanente a lo insustancial buscara lo satisfactorio, lo permanente, lo verdadero.

Tras varios años de búsqueda su intuición inicial iluminó toda su conciencia. Su experiencia de iluminación le reveló que cada ser humano podía a su vez intuir, trasformarse, iluminarse, pero también se dio cuenta de lo difícil que esto era y tomó la decisión de señalar el camino. Pero siempre lo dejó muy claro: Él solo podía señalar el camino, no salvarnos, cada ser debía emprender su viaje, realizar la visión, permitir que la visión permeara todo el ser y de este viaje una nueva conciencia surgiría.

El Buda señaló el camino de muchas maneras: enseñó métodos para el desarrollo de la conciencia humana, usó conceptos para acercarnos la visión de la existencia que Él había realizado, usó metáforas, mitos, símbolos y por supuesto dejó su ejemplo. Miraremos algunas de sus enseñanzas para abrir nuestra visión, pero mientras leéis, recordad que es necesario que nosotros mismos tengamos una intuición, cierta experiencia, cierta visión. No basta con comprender intelectualmente lo que leemos, aunque es cierto que una apertura de nuestro intelecto también puede ser un vislumbre que trasforme nuestro ser.

Un acercamiento a través de los símbolos: La rueda, el Buda y el camino.

La rueda de la vida:

Este símbolo muestra la vida, que podríamos llamar ordinaria, funcionando como lo hace una rueda: gira y gira. Es cierto que las cosas pueden ir bien y estar arriba, pero no es menos cierto que la propia naturaleza de la rueda y su continuo girar nos llevara a caer hacia las profundidades.
En el eje de la rueda hay representados tres animales un cerdo, un gallo y una víbora. Nuestra ceguera sobre la existencia (el cerdo que tiene las orejas cubriendo sus ojos y el morro clavado en su comida, es decir no ve más allá de sus narices) nos impone dos actitudes que son dos caras de la misma moneda. Avidez (el gallo picoteando sin tregua) ciegamente creemos que si conseguimos esto, o aquello o aquello otro, entonces todo estará bien. Y el Odio (representado por la víbora) ¡Si esto desapareciera, si esta persona cambiara! ¡No puedo soportar que me pase esto! etc.
Este gran símbolo nos está diciendo que no es en la vida mundana en donde podremos satisfacer las necesidades de nuestro corazón o espíritu y que es impulsados por nuestra ceguera, por nuestros deseos neuróticos y por nuestros rechazos u odios que damos lugar a un nivel de existencia que solo gira y gira en donde nos sentimos atrapados.

El Buda:

El Buda sentado en la posición del loto, bajo un hermoso árbol. El Buda que irradia luz, que tiene una expresión de profunda serenidad y que dibuja en sus labios una sutil sonrisa
Este símbolo también puede aparecer de forma más esotérica y compleja como el Mandala de los cinco Budas que muestra con sorprendente despliegue de simbología, belleza, amplitud y profundidad la dimensión de la mente iluminada. Lo importante es que está simbolizando nuestro potencial, lo importante es que hay algo en este ser de profunda serenidad que conecta con algo en nosotros. Desde luego este algo que intuyes en tu interior no tiene mucho que ver con el anterior símbolo de girar y girar. Aquí hay algo profundo, espiral, luminoso, limpio.

El camino:

El símbolo del camino de desarrollo espiritual que nos lleva desde la rueda al Buda.
La visión perfecta es ante todo, una visión de nuestro estado real actual de encadenamiento a la existencia mundana, tal y como queda representada en la rueda de la vida. Luego está la visión de nuestro potencial de iluminación representado por el Buda. Finalmente, está la visión del camino que lleva de uno a otro, una visión de todo el curso futuro de la evolución de un ser humano (Sangharakshita).

Un acercamiento conceptual:Las tres características de la existencia mundana.

1 Insatisfactoria en lo último. 2 Sujeta a impermanencia o cambio. 3 desprovista de identidad sustancial propia.

(1) La existencia mundana es insatisfactoria: 
La vida ordinaria con sus múltiples ofertas de placer, abundancia, riqueza, lujo, deseos satisfechos, éxito, poder etc. Encierra siempre un tipo de dolor o insatisfacción por sutil que esta sea ¿Acaso aún no te has dado cuenta? Seguro que sí, sino, no estarías leyendo esto.

(2) La existencia mundana está sujeta a la impermanencia: 
Nada permanece igual, instante tras instante todo cambia. Todo es un continuo fluir. Ciegos a esta verdad, la rechazamos y nos aferramos a las cosas, a las personas, a los afectos; impidiendo que la vida transcurra. Atados al pasado, ensoñando el futuro nunca presentes en la realidad cambiante del ahora. Este es un aspecto muy importante de la visión perfecta: si no abrimos los ojos a esta verdad de la vida no podremos abrir los ojos a nada.

(3) La existencia mundana esta desprovista de identidad sustancial propia: 
Este es un aspecto de la visión difícil y profundo en palabras de Sangharakshita: En ningún lugar de la existencia mundana, ni tampoco en nosotros mismos como seres condicionados, podemos encontrar un verdadero ser, una verdadera individualidad, o una realidad de algún tipo.
Otros aspectos importantes de la visión del Buda que el mismo enseñó y que pueden arrojar luz sobre nuestra visión de la existencia son:
Las cuatro nobles verdades que ya expuse al principio de este escrito y el concepto de Karma y renacimiento del que por razones de espacio no diré nada.

2º Etapa La emoción perfecta.

Solo cuando lo que sabemos o lo que intuimos respecto a la verdad de las cosas, penetra en nuestro yo emocional podemos pensar en transformación. Para alguien cuya visión de la existencia se ha abierto totalmente (un Buda) la transformación también es perfecta, eliminando todo rastro de deseo neurótico, de odio y crueldad; mientras que por otro lado despliega amor, compasión, alegría por la felicidad ajena, profunda tranquilidad y generosidad sin límite.

Para nosotros, que seguiremos este camino como un camino de entrenamiento y que probablemente nuestra visión es apenas un vislumbre, esta etapa representa el intento de bajar al corazón aquello que sabemos mentalmente, asunto este nada sencillo. Los mismos aspectos que he descrito respecto de la emoción perfecta son en los que tenemos que entrenarnos.

Generosidad (Dana): Se dice que esta es la cualidad básica de un budista, este sentimiento de querer dar y compartir es una buena señal de que el apego y el deseo hasta cierto punto han disminuido. En los textos budistas esta cualidad de generosidad está muy desarrollada y se especifican diferentes tipos de ella.

(1º) Dar cosas materiales.
(2º) Dar tiempo, energía y atención.
(3º) Dar conocimiento, cultura, saber.
(4º) Dar, o, mejor decir, infundir valor.
(5º) Darnos a nosotros mismos.
(6º) Dar el Dharma (También podríamos decir transmitir las herramientas que ayudan a un ser humano a desarrollarse y mejorar)

Amor (Metta): Podemos hablar de amor o podemos ampliar el vocablo y pensar en emoción positiva y creativa (en vez de reactiva). Entonces tendremos dos cosas: una que dejamos de ser victimas de las circunstancias y de nuestras reacciones habituales, y dos, que tendremos un efecto sosegador en las agitadas aguas del mundo.
En Budismo no dejamos la emoción de amor y bondad para que surja sola sino que la cultivamos y este tipo de práctica es una herramienta de transformación espiritual en si misma. Existe una practica de meditación para este fin “Metta Bhavana”.

Compasión (Karuna): Compasión no es un sentimiento de lastima por la desgracia ajena. La compasión es, en lo que el amor se convierte cuando está frente al sufrimiento. Pero no solo ante el sufrimiento que nos conmueve, un niño con hambre por ejemplo, sino también el sufrimiento de una mente ofuscada por la ira. Cuando vemos alguien que no está en paz, que está acosado por la envidia o los celos, que sufre de cólera o ignorancia en vez de, a nuestra vez, odiarlo o menos- preciarlo o desearle mal alguno; el amor, que hay en nuestro corazón se torna compasión. Si hay compasión en nosotros todas las demás cualidades espirituales irán surgiendo.

Alegría empática (Mudita): Es la alegría que sentimos por la felicidad de los demás. En esta vida todos nosotros buscamos la felicidad, muchas veces pienso que si de verdad pudiera ser feliz con los éxitos y alegrías de otros mi fuente de felicidad no se agotaría nunca.

Tranquilidad (Upeka): A veces se habla de ecuanimidad, es importante saber que no es equidistancia, tampoco es un estado “De que te dejen en paz” sino que es un estado positivo y lleno de vitalidad en el que se va suavizando nuestro sentido egoísta y nuestras preferencias, quedando mucho mas abiertos, dichosos y en paz ya sea frente a lo mío, yo, propio y familiar, frente a lo que no conozco, incluso frente a lo hostil, quedamos tranquilos, en paz, ecuánimes.

Hay varias preguntas que son claves dentro de esta etapa de la emoción perfecta: Desde que comencé con mi camino espiritual ¿He dejado alguna cosa atrás? ¿He podido abandonar alguna cosa o hábito? ¿Soy un poco más amistoso y tranquilo? ¿Ha mejorado al menos un poco mi estado de ánimo? ¿Hay en mis actos menos crueldad? De no ser así, seria mejor detenernos y aplicarnos un poco mas, para que las teorías, que tanto nos gustan, tengan su efecto en nuestro corazón y seria bueno empezar a tomar estas prácticas de” generosidad, metta, karuna y mudita” como parte integral del desarrollo de nuestra mente.

3º Etapa: El Habla perfecta.

Ah! El habla esa maravilla que usamos de forma tan tonta. En los textos budistas el habla perfecta se describe como un habla que es: verdadera, afectuosa, útil, que fomenta la concordia la armonía y la unión. Si trabajamos con nuestra habla o comunicación pronto nos daremos cuenta que nos lleva directamente a trabajar con:

Atención consciente y claridad mental: sin el desarrollo de esto es imposible acercarnos a un habla veraz, pues ¿que sabremos de lo que es cierto o no?

Autoconocimiento: Si no nos conocemos aunque solo sea un poco ¿cómo vamos a saber qué es lo que nos mueve? y si no sabemos nada de nosotros mismos ¿qué sabremos acerca de nada?

Con nuestros sentimientos: preferencias y prejuicios.

Con proyecciones: Diría mejor con proyección e introyección.

Con nuestros hábitos y los hábitos sociales: el habla superficial, el habla crítica, el cotilleo, la murmuración.

El cultivo de un habla veraz y positiva nos abre todas las puertas hacia dentro y hacia fuera; a veces pienso que bastaría trabajar en este aspecto del sendero y profundizando en él poco a poco cubriríamos todas las otras etapas.

Me doy cuenta que hay tanta energía atrapada en nuestra habla y que el habla puede condicionar de forma creativa o de forma negativa la conciencia. Os contare un cuento que puede servir de guía: Un discípulo se acerca a su maestro y le dice.

– Maestro, ¿sabes lo que dicen de ti?
-Un momento dice el maestro. ¿Ya has pasado por las tres puertas lo que vas a contarme?
-¿Por las tres puertas? Responde el joven. No, ni siquiera sé qué son las tres puertas.
El maestro continúa.
-¿Estás seguro de lo que vas a decirme es la verdad?
-Bueno no, yo he oído….
-Pues esta es la primera puerta.
-¿Lo que vas a decirme es bueno?
-No, no, en realidad es un tanto desagradable.
-Esta es la segunda puerta.
-¿Lo que vas a decirme es útil para alguien?
-No de hecho….Balbucea confundido el discípulo.
-Esta es la tercera puerta.
-Y dime: Si lo que vas a decirme no sabes si es verdad, no es bueno y no es útil ¿Por qué quieres contármelo, no seria mejor olvidarlo para siempre?”.

4º Etapa: La Acción perfecta.

¿Qué es lo que hace que las acciones sean correctas o no? ¿Existe algún criterio Universal? La cuestión de cómo actuar de la mejor manera, de cual debe ser el criterio, o el principio orientativo de nuestra acción, surge de forma inevitable.

Según la tradición budista lo que hace que una acción hecha a voluntad sea ética o no es el estado de mente con el que se realiza. Si nuestro estado de mente está basado en

Odio: entendiendo como odio, tanto el odio mismo, como estados mentales negativos tales como enfado, rabia, frustración, resentimiento, etc.
Avidez: Entendiendo como avidez no solo la avaricia sino también estados de deseo neurótico, ansiedad, descontento con todo, envidia…
Ignorancia: Desde luego esta ignorancia no esta referida a la ignorancia digamos académica o a la falta de conocimiento intelectual, sino mas bien al no querer saber cómo son las cosas, al meter la cabeza debajo del ala, al egoísmo separador, a la ignorancia espiritual.

Si nuestras acciones están basadas de algún modo en estos estados entonces son, tal y como dice el Dharma – torpes -.

Por el contrario si el estado de mente que sustenta nuestros actos están basados en:

Metta: Es decir en estados mentales creativos, amables, bondadosos y claros.
Generosidad: Tener en cuenta a otros (Que no significa no tenerte en cuenta a ti), ser desprendido, tranquilo con las posesiones, y dispuesto a dar y darte.
Sabiduría: Que en ultimo termino es igual a la iluminación pero que para nosotros tiene que ver con no ofuscación, con cierta apertura mental, con perspectiva amplia, con claridad de mente en vez de confusión etc.

Entonces nuestros actos son habiles o creativos, o sabios.

Es muy interesante que en la tradición Budista no se utilicen los términos bueno y malo que denotan moral. Sino los términos Kusala (Hábil) y Akusala (Torpe) que indican Sabiduría o ausencia de esta; reseñando así que la ética dentro del budismo está mas relacionada con la inteligencia y la compresión de la existencia que con la moralina. La ética que son las leyes que gobiernan los actos humanos hechos a voluntad (Y que no necesita de ningún legislador que la aplique, ya que se aplica sola como cualquier otra ley natural) no nos viene dada desde el poder de un ser superior (Dios) ni como un fin en si misma, ni con el propósito de recibir algún premio. Es una herramienta para el desarrollo humano y un filtro de nuestras energías, motivaciones, estados de mente, relación con los demás etc. que actúa como purificador o refinería convirtiendo nuestro ser en mas claro, ligero, limpio, y delicado.

Un Buda por el hecho de que es libre, sabio, de bondad infalible y con toda su energía disponible nunca haría ciertas cosas:
· Dañar seres sintientes.
· Tomar lo que no le es dado
· Tener una practica sexual que cause dolor
· Hablar sin veracidad y sin amabilidad.
· Intoxicar, de cualquier modo, su mente.

Nosotros en nuestro intento de seguir desarrollándonos como seres humanos seguimos estos principios como principios de entrenamientos y no como reglas. Al hacerlo así, ejercitamos la mente y purificamos nuestro corazón y ambas cosas son transformadoras.

Pero no solo es una actitud de dejar de hacer esto o aquello también es una respuesta más creativa y lúcida ante la vida y así nos entrenamos desarrollando
· Acciones de amor y bondad.
· Generosidad sin límite.
· Tranquilidad, sencillez y contentamiento.
· Comunicación veraz y positiva.
· Conciencia clara y lúcida.

5º Etapa: Subsistencia perfecta.

Al Buda le interesaba el mundo, era un hombre de su tiempo y nunca volvió la espalda a lo que pasaba en su sociedad. En términos de política su sociedad tenía una estructura bastante simple, no era tan compleja como la de hoy en día, por eso no dijo mucho. Pero habló de los temas mas relevantes para el mundo en que vivía: El sistema de casta: Nadie es un noble por razón de su cuna si no por sus actos. Discutió también los aspecto filosóficos en boga, tales como la existencia de una alma (dentro de cada ser) que no estaba sujeta al cambio, y la creencia de un principio o un dios creador.

También habló y bastante de algo que atañía y aun hoy atañe a todo el mundo: la subsistencia.

Yo creo que para el budista actual, respecto a la organización social la mejor opción es la democracia, la separación de estado e institución religiosa, una libertad que permita que cada individuo tenga sus propias creencias religiosas, una educación publica laica que respete esta pluralidad de creencias, una sociedad diversa en lo cultural, preocupada por un desarrollo sostenible y ecología. Aunque aparentemente el Buda nada dijo de esto me parece a mí que en su enseñanza sobre todo “La co-producción condicionada” y en su desarrollo de la subsistencia perfecta nos da pista suficiente, y ni que decir en sus enseñanzas completa.

Alguien que sigue un camino de desarrollo espiritual debería abstenerse de ganarse la vida de ciertas maneras:
· Traficando con personas o animales.
· La matanza y crianza de animales para el consumo.
· La venta o fabricación de armas.
· La venta o fabricación de drogas y venenos.
· La farándula.
· Ganarse la vida prediciendo el futuro

Para las personas de hoy en día esto implicaría además tomar conciencia sobre donde invertimos nuestro dinero, tal vez tu no estés trabajando en la fabricación de armas pero tu banco si que invierta en esto, tal vez la marca de deportivas que tanto te gustan practiquen, para abaratar costes, un cierto tipo de esclavismo. No basta con no trabajar tu mismo en algo que te degrade o degrade a otros o al planeta, también es importante tener conciencia de nuestra posible colaboración pasiva y tratar de paliarla.

Otro aspecto igual de importante está relacionado con cual central, absorbente y estresante es nuestra dedicación a este asunto de ganarnos la vida. También aquí cabrían unas reflexiones o preguntas ¿Tu trabajo te desgasta tanto que ya no puedes hacer nada mas salvo ver televisión? ¿Tienes tiempo para la cultura? ¿Y el altruismo? ¿Dónde han quedado tus sueños de juventud?

6º Etapa: El esfuerzo perfecto.

En demasiadas ocasiones cuando pensamos en esfuerzo, lo relacionamos con un tipo de actitud que hemos de adoptar para poder hacer aquello que no queremos. Esta asociación y otras similares nos llevan a tener una relación desagradable con el esfuerzo.

En el contexto del noble camino octuple el vocablo que se utiliza es vyama (sánscrito) y su significado estricto es ejercicio físico y está muy relacionado con la gimnasia. Según las reflexiones de Sangharakshita: la connotación de esta palabra nos indica que la vida espiritual es una vida activa, incluso dinámica, pero esto no significa que uno tenga que estar haciendo cosas constantemente o ir deprisa de aquí para allá; significa que uno debe estar mental, espiritualmente, incluso estéticamente activo.

La vida espiritual no consiste en estar cómodamente tendido en el sofá leyendo la vida, esfuerzos y austeridades de Milarepa y pensando ¡que estupendo! El Budismo es un camino que requiere esfuerzo y vigor espiritual sea cual sea la edad que tengamos o el estado del cuerpo. Este esfuerzo al que estamos refiriéndonos tiene dos aspectos: uno general que tiene que ver con el esfuerzo que hemos de realizar en cada una de las etapas y otro especifico.

El esfuerzo perfecto especifico, es decir esta sexta etapa del camino consiste en una serie de cuatro ejercicios:
1º Prevenir
2º Erradicar
3º Desarrollar
4º Mantener

(1º) Prevenir el surgimiento de estados mentales torpes.

Como ya vimos, en el budismo, torpe (Akusala) está relacionado con un estado de mente en donde predomina el deseo egoísta, odios o enfados y la confusión el aturdimiento o la ignorancia.

En este ejercicio de prevenir, hemos de darnos cuenta que no se trata de nada especialmente filosófico sino más bien de algo muy práctico. Estamos todo el tiempo en contacto con las cosas, los otros y la vida y este contacto lo establecemos a través de los sentidos. Vemos algo agradable y lo deseamos, o vemos algo que nos incomoda y nos enfadamos, el recuerdo de cosas del pasado nos puede poner tristes o iracundos. Vemos, oímos, sentimos a través de la piel, gustamos, olemos, pensamos y antes de que nos demos cuenta podemos estar enredados en miedos, enfados y deseos irracionales.

De tal modo que para realizar este ejercicio hemos de poner un “guardián a la puerta de los sentidos”. Dicho de otra manera hemos de ejercitar nuestra atención consciente en relación con los objetos de los sentidos y con la mente inferior. Hemos de darnos cuenta de lo que vemos, oímos, pensamos etc. y el efecto que esto tiene en nuestros estados mentales y hemos de intentar darnos cuenta antes de que estos estados estén ya instalados en nosotros.

(2º) Erradicar los estados mentales torpes que ya tenemos.

Podríamos decir que cualquier cosa que nos impide tener una mente lúcida y serena la podríamos clasificar dentro de esta lista de 5 obstáculos: Deseo; Odio/rechazo; Ansiedad/Desasosiego; Pereza/Letargo; Duda/indecisión.

Imagina, por ejemplo que estás tranquilamente sentado en tu casa reflexionando, incluso puede que estés meditando, entonces comienza un fuerte ruido sobre ti, una vez mas los vecinos de arriba tienen la música muy alta y se dedican a mover muebles de un lado a otro. Desde luego no es agradable y tú comienzas a enfadarte, recuerdas todas las noches que no te dejaron dormir bien y las veces que has subido a hablar con ellos sin que nada cambie y cada vez te enfadas mas, haciendo que te sea imposible seguir con tu reflexión. Probablemente este enfado traiga a tu mente otras muchas causas de enojo en tu vida. ¿Cuál es el verdadero obstáculo para tu tranquilidad? ¿El ruido? yo diría que no, el ruido es desagradable pero es tu sentimiento de enfado es el que te impide relajarte y seguir meditando.

· El Obstáculo del deseo: Con frecuencia queremos mas cosas de las que realmente necesitamos, tal vez las usemos para paliar carencias emocionales. De cualquier forma, al actuar así el deseo se vuelve un tanto neurótico y además terminamos ciegos a lo que en verdad nos está pasando, por no hablar del desgaste de recursos en el mundo. Las necesidades, del tipo que sean, pasan de ser algo adecuado para vivir y funcionar en el mundo a ser un obstáculo para nuestro desarrollo.

· El obstáculo del odio. A nadie nos gusta aceptar que sentimos odio así que lo desglosaré: es esta una emoción de rechazo, de enfado de agresividad, de disgusto, de actuar usando poder y también incluye lo que podríamos llamar indignación justa. Puede ser frío o pasional, el hecho de decir las cosas en voz baja y con “buena educación” no significa que sean hábiles.

· El obstáculo de la ansiedad. Parece que lo que queremos siempre, está en otro sitio, en otro instante, nunca en el momento presente. La ansiedad puede estar disfrazada de eficacia “Tengo que hacer esta lista mental de tareas para mañana” pero la mayoría de veces solo es intranquilidad. Cuando estamos trabajando pensamos en el ocio, cuando es nuestro tiempo de descanso pensamos en el trabajo, si no tienes pareja quieres una, si la tienes piensa que mejor solo…. A veces nos resulta imposible sentarnos solos con tranquilidad siquiera unos minutos.

· El obstáculo de la pereza. Este obstáculo puede tener que ver con un bloqueo de energía o emocional que nos impide actuar; el obstáculo de la pereza es inercia, es cuando sentimos que nada nos importa, es una actitud de rigidez y estancamiento y aunque pueda pareceos fuerte, a veces toma forma de desanimo y de desilusión.

· El obstáculo de la duda. Esta duda no es la duda sana que nos impulsa a investigar, preguntar y aclarar ideas, sino más bien la duda corrosiva que nos quita la iniciativa y nos incapacita. Tiene que ver con falta de confianza, tiene que ver con indecisión y con no querer comprometernos.
Estos son el tipo de estados mentales torpes que en una medida u otra están ya en nuestra mente y hemos de erradicar. Y por supuesto existe los antídotos.

(3º) El desarrollo de estados mentales hábiles no surgido.

Estos estados hábiles no son meros “buenos pensamientos” sino estados más refinados o superiores de conciencia a los que podemos tener acceso con la práctica de la meditación, situada esta en un contexto de práctica espiritual.

Con la práctica regular de meditación vamos teniendo acceso a experiencias de mayor sosiego e integración psíquica. Experiencias en donde el pensamiento discursivo no entorpece nuestra concentración. Experiencias de profundo silencio interior; de inspiración y claridad mental; Incluso experiencias en donde quedamos protegidos de esos estímulos externos que normalmente nos afectan o lastiman (por ejemplo el ruido).

Estas experiencias de absorción meditativa suelen ser muy cortas en duración pero acumulativas y van teniendo un efecto general y duradero en nuestra mente. También es importante señalar que no son un fin en si mismas, ni es bueno que las pongamos como objetivo de nuestra meditación (probablemente si lo hacemos nos cerraremos la posibilidad de tenerlas). Simplemente hemos de tener en cuenta que la practica de meditación es la herramienta para el desarrollo de estados mentales positivos.

(4º) mantener estados mentales hábiles ya surgidos.

Si prevenimos o impedimos el surgimiento de estados torpes, si trabajamos con los estados torpes que ya tenemos en la mente y cultivamos estados mentales hábiles solo nos queda el mantener los pensamientos y estados mentales positivos que hemos desarrollado. Y yo diría que esto consiste en seguir adelante, seguir practicando, seguir desarrollando conciencia y atención. En este ejercicio la regularidad y la continuidad de propósito son esenciales y es muy aconsejable practicar de una forma paciente y amable con nosotros mismos.

7º Etapa: La atención Perfecta.

Smrti (sánscrito) es la palabra que se suele traducir como atención, o atención consciente, y su significado literal es recuerdo o memoria. Podemos empezar diciendo que la no atención consciente es un estado de falta de memoria, de distracción, de pobre concentración, de falta de continuidad de propósito, de andar sin rumbo, de ausencia de verdadera individualidad.
Atención consciente tiene las características opuestas: Nos damos cuenta de las cosas, recordamos en vez de olvidar, no hay tanta dispersión, la concentración es buena, hay continuidad, constancia, somos individuos que vemos por nosotros mismos, y perseguimos el desarrollo…

Podemos examinar la atención consciente y sus niveles y aspectos más de cerca para mejor comprenderlo y poder practicarlo:

1 Atención consciente en las cosas.
2 Atención consciente en uno mismo
3 Atención consciente en los demás.
4 Atención consciente en la realidad.

(1ª) Atención consciente en las cosas: En referencia al entorno tanto material como a la naturaleza. La mayoría de las veces solo somos vagamente consciente de las cosas que nos rodean. Y esto no ocurre solo por la falta de tiempo en nuestra agitada vida, también tenemos falta de interés, o creemos saber que es la cosa que hay delante nuestra, solamente por que sabemos nombrarla y de este modo no la miramos de verdad. Lo más que hacemos es proyectar nuestra propia subjetividad o aferrarnos a un concepto.
Debemos aprender a ver, aprender a mirar, a ser conscientes, ser receptivos. De este modo entraremos en una comunicación mas profunda con la vida y de este ejercicio de atención en las cosas surgirá una experiencia de vida más creativa y rica.

(2ª) Atención consciente en uno mismo: Como somos seres complejos la forma más adecuada de mantener atención consciente en nosotros mismo es atendiendo distintos niveles del ser.
(a)Atención consciente en el cuerpo. (b) Atención consciente en los sentimientos. (c) Atención consciente en lo pensamientos. Todos estos niveles de atención consciente en nosotros serán las herramientas mas valiosas para la transformación de nuestro ser.

(3ª) Atención consciente en los demás: Demasiadas veces ni vemos ni escuchamos ni nos percatamos realmente de los otros. Un buen sitio para comenzar seria mirando de verdad al otro, mirando a tu Interlocutor, conectando con él, al menos con los sentidos. No escuches pensando en qué vas a contestar a tu vez; observa tu propio cuerpo cuando estés hablando con alguien, nota si hay apertura.

(4ª) Atención consciente en la realidad: Cuando hablamos de realidad solemos referirnos a las cosas materiales, a la vida ordinaria. Las cosas de este mundo nos parecen muy reales, sin embargo para el budismo todo esto que nos parece tan real a nosotros es, en si mismo, ilusorio y la realidad tiene mas que ver con nuestro potencial (con la Budeidad), con las cualidades espirituales de sabiduría y compasión, con consciencia, y con una actitud mas contemplativa respecto a la naturaleza de la existencia.

A través de la atención consciente en las cosas, nos liberamos del velo de la subjetividad. La atención en uno mismo purifica nuestra energía psíquica. La atención en los demás nos estimula. Finalmente la atención en la realidad nos trasmuta, nos transfigura y nos transforma.(Sangharakshita)

8ª Etapa: El Samadi perfecto.

La palabra Samadi significa “estado del ser firmemente establecido”. Puede entenderse de dos formas: La mente establecida en un solo objeto y esto tiene el sentido de concentración mental meditativa, y por otro lado, yendo mucho mas lejos, es el establecimiento del todo el ser en cierta disposición de consciencia, lo cual seria Samadi en el sentido de Iluminación. En este último sentido Samadi es la etapa del Noble Camino Octuple en la que se han transformado completa y perfectamente todos los niveles y aspectos del ser.

Podríamos decir que es el triunfo de la Visión Perfecta. Pero nosotros estamos andando este camino en un sentido de práctica y en este caso samadi está mas relacionado con un sentido de concentración meditativa que nos lleva al sosiego y quietud (samata) y realizaciones espirituales ( samapati), llevándonos ambas experiencias de forma acumulativa a la transformación del Samadi.

· Samata: Es un estado meditativo de tranquilidad. Podríamos decir que, al menos por unos instantes, ya no experimentamos ni odio, ni deseo, ni ansiedad, ni pereza, ni duda corrosiva alguna. Serenos y en quietud, la mente se enfoca y las energías psicofísicas se integran.
· Samapati: Son experiencias que alcanzamos con la práctica de la concentración meditativa. Pueden tratarse de ciertas visiones comúnmente luz, tal vez luces y colores; se puede experimentar una gran liviandad de cuerpo o podemos sentir gozo fisco incluso puede erizarse el cabello. Tal vez las experiencias de Samapati mas importantes sean las de paz interior, destellos de intuición, la comprensión profunda de algo.
· Samadi: Cuanto más avanzado espiritualmente es lo que intentamos describir menos hay que decir. Samadi es el estado del ser establecido en la Realidad. Una forma de describirlo es diciendo que se trata de la destrucción de los tres venenos (Asrava). Es un estado en el que las experiencias sensoriales y las cosas materiales no significan nada; un estado en el que no existe deseo por ningún tipo de existencia condicionada y en el que no hay verdadero interés por nada que no sea la Iluminación, un estado en el que no hay huella de ignorancia espiritual.

Con esta octava etapa del sendero hemos llegado al final de nuestro mítico viaje y una vez más usaré las palabras de Sangharakshita:

El crecimiento espiritual es similar al desarrollo de un árbol. Primero existe un vástago arraigado en la tierra. Un día la lluvia cae, tal vez torrencialmente. La lluvia es absorbida por las raíces del vástago. La savia se eleva y se distribuye en las ramas y en los brotes y el árbol crece. Hay una pausa y luego la lluvia cae de nuevo; otra vez la savia se eleva, y esta vez no solo fluye por ramas y brotes, sino que las hojas comienzan a desplegarse. Si no llueve por un tiempo, el árbol puede marchitarse un poco, pero eventualmente caerá más lluvia y aún puede suceder que caiga una gran cantidad de lluvia, y entonces la savia no solo se elevara por ramas brotes y hojas, sino que las flores empezarán desarrollarse. El seguimiento del Sendero Octuple es así. Primero hay una experiencia espiritual, un atisbo de la Realidad, o, en otras palabras, un momento de Visión perfecta. Entonces como el caer de la lluvia y, al igual que la savia se eleva y fluye en ramas y brotes, así la Visión Perfecta gradualmente transforma los diferentes aspectos de nuestro ser. La emoción se transforma, el habla se transforma, las acciones y la vida cotidiana se transforman – y aún las voliciones y la conciencia- Como resultado de un momento de Visión Perfecta, la totalidad del ser se transforma hasta cierto punto.

Este proceso se repite, una y otra vez, a niveles cada vez más altos hasta que por fin la totalidad del ser queda transformada. Uno queda enteramente saturado por la luz de la Iluminación. Este es el estadio de Samadi Perfecto, el estadio en que la totalidad del ser y la conciencia individual habiéndose alineado con la Perfecta Visión, se ha transformado completamente y se ha transmutado completamente desde los niveles más bajos hasta los niveles mas altos.

Este estado es, por supuesto, el de Iluminación o Budeidad. El sendero ha sido entonces plenamente completado –de hecho se ha convertido en la meta- y la totalidad del procesos de la Evolución Superior ha sido perfeccionada y completada.