Las Convicciones o Creencias Inconscientes
¿Todavía crees que las CONVICCIONES forman parte de la REALIDAD?
Construimos una identidad, una personalidad, una descripción de nosotros mismos y nos aferramos a ella, no queremos soltarla. Cuando la vida nos dice que si queremos tener libertad real, mejorar,transformarnos y para ello hemos de soltar esa identidad, no lo hacemos.
¿Por qué es tan difícil escapar de la zona de confort? EXPLICACIÓN CIENTÍFICA
Hoy por hoy, cada vez está más claro que el verdadero «cerebro» de la célula no está en el núcleo, sino en la membrana. Es la membrana la que está en contacto con todas las sustancias químicas que viajan por la sangre. En el caso de la zona de confort, las sustancias químicas que nos interesan son las HORMONAS encargadas de las emociones.
Segun nuestras emociones de cada momento, el cuerpo desprende un tipo de hormona u otro. Cada emoción tiene una o más hormonas asociadas.
Algunos ejemplos son:
Adrenalina–>Acción, peligro
Endorfina–>Felicidad,alegría
Oxitocina–>Amor,empatía
Dopamina–>Placer,deseo
Y así muchísimos más.
Es la membrana de la célula, con sus múltiples receptores o puertas de entrada, la que se hace tremendamente sensible al medio químico en el que vive. Es importante saber que muchas de estas emociones no son nada más que patrones automáticos de respuesta, puros automatismos que hemos reforzado una y otra vez a lo largo de los años. Esto señores, es la zona de confort.
Ahora quiero que el lector se imagine a las células de un cuerpo humano continuamente sometidas a ese aluvión de hormonas relacionadas con la ira o la culpa. La membrana va a necesitar desarrollar un mayor número de receptores, de puertas de entrada, ante la llegada de esas moléculas. Es como si la propia célula se acomodara a este entorno químico y de esa manera se convirtiera en una célula con sentimientos de ira o de culpa.
Los automatismos no son sencillos de parar, porque no sólo son canales preferenciales en el cerebro, sino también en las células. Afortunadamente, la membrana de las células es plástica y maleable como lo son los circuitos del cerebro. Ellas se reproducen y, si ven que el medio químico en el que viven ha cambiado, responderán con cambios en su función.
Cuando nuestras células han estado durante mucho tiempo sumergidas en un medio químico con ciertas hormonas que las estimulaban, llegan a necesitar de alguna manera que estas hormonas sigan estando presentes en su medio ambiente. Es a partir de ese momento que el cuerpo en cierto modo exige su «dosis» de cierta hormona y así se lo hace saber al cerebro. Estamos hablando, por lo tanto, de una forma de «adicción».
De esta manera se cierra un círculo vicioso, en el que inicialmente un esquema de pensamiento generó unos sentimientos, que dieron lugar a un vertido en la sangre de ciertas hormonas, las cuales actuaron sobre las células, produciendo ciertos cambios en su membrana. Después, la célula se ha acostumbrado a estos cambios y «exige» al cerebro que vuelva, cada cierto tiempo, a liberar el mismo tipo de sustancias.
Esto es lo que nos encierra en la zona de confort. Dentro de esta zona, nos hemos acostumbrado a pensar de una manera, a sentir de una manera y a tener en nuestra sangre una química determinada de hormonas. Por eso para salir de esta zona, hay que tener una gran lucha interior para mejorar, y así, reprogramar nuestras células.
La zona de SUPERACIÓN es aquella que amplia nuestros horizontes. Nos hace mejores. Donde la gente cree que no hay más, el que llega ahí es capaz de ver y CREAR lo imposible. Por eso mismo en esta zona, no hay nada imposible. Para llegar a la zona de superación, tenemos que salir de la zona de confort y después atravesar la zona de incertidumbre. Nada fácil.
No sólo hay que tener un verdadero corazón de guerrero para adentrarse fuera del área de confort, sino que hay que tener ese mismo corazón para seguir avanzando en medio de la confusión y la oscuridad.
Cuando queremos abandonar ese espacio al que hemos llamado «identidad», o zona de confort, entramos en la zona de incertidumbre lleno de dudas y confusión. En este nuevo espacio, el ser humano se siente perdido y le cuesta pensar con claridad.
Emociones como la ansiedad, el miedo o la desesperación hacen su aparición en la zona de incertidumbre. Huir o pasar el mal trago, este es el dilema. Abrazar estas emociones incómodas no es razonable y, sin embargo, desde la perspectiva de una consciencia más elevada, es justo lo que necesitamos hacer si queremos crecer y evolucionar como personas. Es en estos momentos en los que tenemos que tener la firmeza de seguir adelante y de abrirnos a experimentar completamente.
Si conseguimos salir de ese espejismo creado por unas emociones que lamentablemente están la mayor parte de las veces al servicio de nuestra estrecha identidad y de nuestra más que limitada consciencia, nos daremos cuenta de que, cuando nuestra consciencia deja de identificarse con nuestra identidad, accedemos de manera inmediata a nuevas posibilidades para nosotros y nuestras vidas. Unas posibilidades que antes permanecían ocultas y que nos pueden llevar al éxito. Habremos llegado a la zona de superación.
La búsqueda de uno mismo, de quién se es en realidad, es siempre un acto de heroicidad que implica aprender a superarse a sí mismo una y otra vez, para poco a poco ir expandiendo los límites de la propia identidad.
La forma más efectiva de alterar la percepción de lo que vemos es crear ciertas emociones. ¿Verdad que aquellos días en los que usted se levanta con «el pie torcido» ve que la gente es especialmente desagradable y que hacer cualquier cosa le cuesta más? Cuando una persona está contenta porque algo le ha salido bien, tiende a ser más amable y más alegre. Sencillamente es que ves las cosas de una manera diferente, tu percepción cambia. Por eso, cuando uno cambia la forma de ver las cosas, las mismas cosas cambian. Los filtros personales y colectivos tienen una enorme capacidad para dejar o no dejar pasar la información que nos llega del entorno.
Vamos a hacer un pequeño ejercicio para entenderlo con más claridad. Le voy a pedir que durante medio minuto gire la cabeza hacia atrás, hacia la derecha y hacia la izquierda, y busque algo de color amarillo. Supongo que, cuando le he pedido que haga el ejercicio, habrá intentado encontrar todos los objetos de color amarillo. Ahora, me gustaría preguntarle sobre aquellos objetos que tienen color rojo. Si no ha visto ninguno, gire de nuevo la cabeza y, por favor, busque.
Este fenómeno tan sorprendente se debe a que en el tallo del cerebro existe una estructura, llamada «sistema reticular activador ascendente» o SRAA(SARA en la imagen), cuya misión es dirigir la ATENCIÓN hacia aquello que es más RELEVANTE para nosotros.
Imagínese el lector una de esas cajas que son como pequeños juguetes para niños pequeños. Cada cara de la caja tiene pequeñas huecos con distintas formas. Algunas de las formas son de estrellas, otras de luna, otras de pez y así toda una extensa variedad. La otra parte del juguete está formada por pequeñas piezas y con formas diversas, como pueden ser una estrella, una luna o un pez. El niño, para desarrollar su capacidad psicomotora, ha de encontrar la cara de la caja en la que existe un hueco similar a la pieza que tiene en la otra mano. Cuando la pieza que tiene en una mano es la de un pez y la quiere meter por el hueco en forma de luna, por más que se esfuerce, el niño no conseguirá meter la pieza dentro de la caja.
Nuestros filtros mentales funcionan de una manera algo parecida. Tienen unos espacios que permiten que llegue información del exterior a nuestra consciencia, pero si la forma del filtro es una determinada, ciertos fragmentos de la realidad, aunque sean tan reales como lo es la figurita del pez del niño, no podrán ser percibidos por la consciencia. La forma de nuestros «filtros mentales» la marcan nuestras EMOCIONES del momento actual, ya que éstas son las que hacen depender que es lo más RELEVANTE para nuestra mente en este momento.
Así, por ejemplo, si nos hemos identificado con una personalidad DEPRESIVA, es necesario que se genere una percepción que anule todo lo bello y agradable de la vida, todo aquello que sea luminoso e inspirador y lo sustituya por lo oscuro y desagradable. Por eso, la persona deprimida no ve nada ilusionante, porque su PERCEPCIÓN se encarga de teñirlo todo de negro.
Entre los factores que más alteran la percepción están las emociones y los estados de ánimo. Lo primero que necesitamos hacer es diferenciar lo que es una emoción de lo que es un estado de ánimo. Una de las diferencias fundamentales tiene que ver con el elemento tiempo.
Una EMOCIÓN es un fenómeno físico en el que se producen una serie de cambios fisiológicos que afectan a nuestras hormonas, a nuestros músculos y a nuestras vísceras. Estos cambios tienen una duración limitada a minutos o, como mucho, a algunas horas. Digamos que una vez que el elemento interno (un pensamiento angustioso) o externo (un insulto) han pasado, la reacción emocional que se ha desencadenado poco a poco va remitiendo hasta que volvemos al estado en el que nos encontrábamos antes de que el pensamiento o el insulto se produjeran.
Un ESTADO DE ÁNIMO es algo mucho más prolongado en el tiempo, ya que puede durar días, meses y años. De alguna manera nos quedamos como congelados en un tipo de emoción, hasta el punto de que llegamos a identificarnos con ella, casi como si formara parte de la realidad que somos. Por lo tanto, tenemos emociones y vivimos en estados de ánimo.
Los estados de ánimo beneficiosos y perjudiciales
La verdadera importancia de un estado de ánimo no está tanto en cómo le hace a uno sentir, aunque esto sea sin duda importante. La verdadera importancia de un estado de ánimo es que tiene por sí solo la capacidad de alterar profundamente la manera en la que se comporta nuestro cerebro y nuestro cuerpo.
Pues bien, los estados de ánimo que están caracterizados por la ilusión, la confianza y el entusiasmo se asocian con un aumento del riego sanguíneo en la zona prefrontal izquierda. Mientras que los estados de ánimo marcados por la angustia, la desesperanza o la frustración muestran una disminución del riego sanguíneo a dicho nivel.
El riego sanguíneo ALTO (estado de ánimo positivo) en la zona prefrontal izquierda implica:
–Mayor percepción–>Somos capaces de ver con más alcance a nuestro inconsciente. Nos damos cuenta de las cosas que se nos escapan y superamos adversidades con más facilidad. Tenemos una conciencia más elevada y creativa.
–Mayor capacidad de aprendizaje–>Se forman más neuronas a partir de celulas madre, y mas conexiones entre neuronas. Por eso, a menor ansiedad, mejor y más rapido aprendemos.
–Menor percepción–->Al tener menos poder sobre lo que nos pasa en realidad, podemos quedar atrapados en bucles negativos de emociones. Contra peor estemos, más dificil será que se nos ocurra una solución a nuestro problema. Por eso, la gente con depresiones que suele salir de ellas, lo consigue gracias al apoyo de los demás, porque su percepción propia es muy limitada.
–Menor capacidad de aprendizaje–> Aprender algo nos requiere muchísimo más tiempo en estados de ánimo negativos. Como tenemos menos percepción, somos mas lentos para entender las cosas.
El poder de las preguntas en los estados de ánimo
Sé que resulta muy difícil no sentirse herido cuando a alguien le atacan y que resulta muy difícil mantener la alegría y la ilusión en medio de la adversidad. Sin embargo, ir sustituyendo poco a poco nuestras reacciones automáticas por respuestas elegidas es absolutamente crucial. Si no luchamos con esos estados de ánimo negativos, la inercia de éstos nos arrastraran hacia la perdición. Por eso es por lo que necesitamos movernos en dos planos, el de lo que parece que es y el de lo que realmente es, el plano de aquello de lo que somos conscientes y el plano de lo que somos inconscientes.
Las personas que se quedan encerradas durante semanas y meses en la pregunta constante de «¿por qué a mí?», sin ser conscientes de ello, generan una enorme tensión interna que se asocia a un aumento del cortisol en sangre y ello entorpece el funcionamiento del sistema inmunitario. Cuando nos apresan estados de ánimo como la ira, el estrés o la desesperación, se elevan los niveles de cortisol, que es precisamente el que nos debe proteger frente a bacterias, virus y tumores.
La pregunta «¿por qué a mí?», para empezar, no tiene respuesta y, además, no genera nada valioso. Sabemos que el cuerpo responde de una manera completamente diferente si las preguntas que nos hacemos son otras, como: «¿qué es lo que puedo hacer para superar esto?» o «¿qué puede haber de positivo en lo que me está ocurriendo?». Si insistimos en la pregunta, nuestra mente se estará concentrando en encontrar soluciones y nuestro sistema reticular activador ascendente (SRAA) nos mostrará un camino de lucha y recuperación. Además las cifras de cortisol en sangre bajarán y nuestro sistema inmunitario nos ayudará, a superar cualquier adeversidad. Este camino, sin las preguntas oportunas podría permanecer velado.
Las palabras «Gracias», «Por favor» y «Lo siento» son clarísimos ejemplos de que tenemos emociones asociadas a las palabras. Cuando alguien nos dice alguna de estas 3, y sobretodo desde el sentimiento, nos abre el corazón. Éste es un gran ejemplo del poder del lenguaje.
Llamamos «lenguaje transformacional» a aquel que tiene por sí mismo la capacidad de afectar a las emociones y los estados de ánimo. En este sentido, son fascinantes algunos de los estudios científicos que se han hecho para medir el impacto que las palabras tienen en nuestra propia fisiología, en nuestro cuerpo.
A un grupo de voluntarios se les citó en un hospital de Estados Unidos y se les pidió que, durante unos minutos, observaran una serie de palabras negativas que aparecían proyectadas en una pared. Por ejemplo, entre estas palabras podían estar algunas como «imposible», «complejo», «insuperable», «peligroso», «desagradable» o «atemorizador». A continuación se les tomó una muestra de saliva para medir hormonas con la técnica de radioinmunoensayo.
La segunda parte del experimento consistía en que se cambiaban las palabras que aparecían proyectadas en la pantalla por otras de tono mucho más positivo. Entre ellas podían aparecer algunas como «posible», «accesible», «superable», «capaz» o «valioso». Después, se les volvió a tomar una muestra de saliva para radioinmunoensayo.
Los resultados fueron bastante curiosos, ya que en el primer ejercicio, el grupo presentó un aumento marcado de cortisol, mientras que en el segundo ejercicio, frente a la visión de las palabras más positivas, el mismo grupo de voluntarios presentó un descenso en las cifras de cortisol.
Nosotros, que ya conocemos cómo está asociado el cortisol a cambios muy profundos en el funcionamiento del cerebro y del cuerpo, no podemos seguir ignorando el hecho de que seguir usando una y otra vez palabras llenas de negatividad no sólo no nos va a ayudar a resolver los problemas que esas mismas palabras describen, sino que, muy al contrario, lo va a hacer aún mucho más difícil. Es por eso el gran poder de las afirmaciones poderosas. Las palabras no se las lleva el viento sino que crean realidades. Busque palabras para ayudar y no para anular. Tal vez se sorprenda de lo que empiece a suceder.
LA TENSIÓN MUSCULAR
Habrás tenido la experiencia de salir a correr o hacer ejercicio, y cuando acabas, sentir una gran relajación muscular en todo tu cuerpo. Lo mismo pasa cuando recibes un masaje.
A través de la relajación muscular se llega a la relajación mental. Esto es algo que podemos desmostrar el mismo día que hagamos ejercicio. No somos conscientes, a veces, del gran poder que tiene el cuerpo sobre la mente. Es por esto que «cuerpo sano, mente sana» no es una frase al azar, es ciencia.
LA POSTURA
Tan acostumbrados estamos a pensar que todo se controla desde la cabeza y a través del pensamiento, que muchas veces nos resistimos a creer que un simple cambio en la postura o en la forma de movernos pueda tener un impacto tan grande en nuestra manera de sentir, percibir y razonar.
Un ejemplo rápido: Con un buen estado de ánimo, a veces te habrás sentado en una silla incómoda (con una mala postura) y te habras empezado a estresar y a SENTIR mal. Una mala postura afecta a nuestro estado emocional.
Metodologías como el Yoga, el Tai chi Chuang o el Qi Gong son tan potentes y efectivas porque también ellas nos ayudan a armonizar y equilibrar nuestra mente a través del cuerpo y las posturas. Todas ellas, desde hace miles de años, nos vienen revelando algo fascinante: el cuerpo posee una sabiduría que el pensamiento no alcanza a comprender.
LA RESPIRACIÓN
No podemos hablar del impacto que tiene la postura o el movimiento en los estados de ánimo, sin hablar también de algo que tiene una gran relevancia en nuestro mundo emocional. Me refiero a la respiración, algo que nos parece tan básico que apenas le prestamos atención.
Si estamos atentos a los cambios en nuestra respiración, nos daremos cuenta inmediatamente de que éstos nos informan de que está habiendo un cambio mental y emocional.
La depresión tiene su propia forma de constreñir la respiración, limitando el movimiento del diafragma. La ansiedad genera un patrón respiratorio rápido y superficial que aumenta los niveles de ácido láctico en sangre, los cuales, a su vez, generan mayor grado de ansiedad.
Cada estado de ánimo, tiene su propia manera de hacer que respiremos. Es por eso que a través de la respiración, podemos cambiar y crear nuevas emociones.
Músicos y actores, antes de entrar en escena, se aseguran de disponer de unos minutos para hacer una serie de respiraciones profundas con el objetivo de conseguir mayor relajación. Volver a un patrón de respiración tranquilo y abdominal tiene un poderoso efecto calmante.