Problemas en la elección de carreras

Quien haya pasado por este momento sabe que no es tarea sencilla. La sensación de estar eligiendo algo para toda la vida significa, por un lado, una experiencia sumamente motivadora […]

Quien haya pasado por este momento sabe que no es tarea sencilla. La sensación de estar eligiendo algo para toda la vida significa, por un lado, una experiencia sumamente motivadora y desafiante, pero por el otro, trae aparejado un millón de dudas e incertidumbre.

Si siempre significó una decisión compleja, hoy pareciera serlo mucho más. El contexto actual tan cambiante en el que vivimos, la presión económica, la competencia en el mercado laboral y la enorme oferta de carreras que proliferan son algunos de los condimentos que entorpecen el proceso de elección. Decidir esto les dará las primeras coordenadas para emprender el camino profesional y, también, si lo hacen correctamente, les permitirá desarrollarse en armonía y realizarse en forma personal y profesional. Entonces, ¿cómo hacer para que el resultado de esta ecuación sea positivo? ¿Qué factores y criterios se deben tener en cuenta? ¿Qué hay de cierto y qué hay de mito en las creencias que giran alrededor de este tema? Vayamos por partes.

La decisión: Factores para tener en cuenta

En primer lugar, es necesario entender qué significa elegir una carrera. «Se trata de un proceso complejo que involucra muchos factores que tienen que ver con el conocimiento de uno mismo, del mundo de los estudios y del mundo del trabajo»,

¿Qué significa el conocimiento de uno mismo? Todo aquello que hable sobre sus intereses y habilidades. Para eso, es necesario observarse en las actividades cotidianas y captar aquellas en las que uno se siente más cómodo y se destaca sobre los demás.

En este punto es importante aclarar que un interés profesional no es lo mismo que un hobby. El primero permite desarrollarse y trabajar en un área determinada. El segundo tiene un fin recreativo, como una actividad complementaria.

Además de la auto-evaluación, existen test y cuestionarios que permiten ser más precisos en la búsqueda. Aquí es donde entran en escena los orientadores vocacionales y sus diferentes métodos.

La orientación vocacional es un tiempo, un proceso que cada orientado realiza para poder tomar una decisión. Quien elige es el orientado y el profesional acompaña y guía esa decisión. La orientación vocacional no te da respuestas mágicas ni recetas, más bien es un espacio en el cual se enseña a tomar decisiones.

Hay una creencia, en cierto sentido mágica, de que delegar en un test el resultado de la elección. Los test son herramientas de auto-conocimiento, pero no se puede esperar que  se resuelva el dilema. Nunca se puede delegar en otro la responsabilidad de la propia elección o pensar que hacerse un test puede resolver el problema. Es bueno informarse, conocer universidades, ir a charlas informativas, hablar con profesio­nales y con la familia. Tener una actitud de explorado.

Un test vocacional es una herramienta que sirve para conocer algunos aspectos de la persona y que le servirán para tomar su decisión. Pero no es la respuesta a una carrera. Si bien el auto-conocimiento es un pilar fundamental en la búsqueda de la vocación, no es suficiente para decidir de manera exitosa.

La otra cara de la mo­neda se refiere a la comprensión de la realidad y, más precisamente, de las ca­rreras y el mundo laboral. Este aspecto contempla qué se va a hacer una vez terminados los estudios, es decir, en qué y adónde se va a trabajar. Es un error muy común evaluar una determi­nada profesión solo por el contenido del programa de la carrera. Mucho más importante que enfocarse en las mate­rias, es contemplar si uno se ve traba­jando en un determinado ámbito. Esto implica pensar en el estilo de vida que se llevara con esa profesión. Hay que pensar el ejercicio de la profesión y no solo la carrera. Algunas veces observamos que el adolescente elije una profesión sin dete­nerse, a pensar que tipo de vida conlleva el ejercicio de esta.

La mejor manera de lograr este conoci­miento es hablando con profesionales que se desempeñen en las carreras de interés. De esta forma, será posible eva­luar que estilo de vida tiene cada uno. Los años en la universidad son alrede­dor de cinco, en cambio, el ejercicio profesional, toda la vida. Por lo tanto, la decisión correcta es la que toma en cuenta lo que van a ser o hacer una vez recibidos.

Hay que trabajar en el reconocimiento de los intereses e inquietudes y, a la vez, informarse de la oferta académico-laboral. Luego, hay que cotejar los intereses e inquietudes con los datos recolectados y evaluar qué carrera esta en consonancia con el perfil personal de cada uno.

No son procesos extensos, si intensos, ya que requieren del compromiso fundamental de darse cuenta de que se está delineando el propio proyecto personal. Por ello, hay que animarse a preguntar y a buscar las respuestas desde uno mismo a partir de la tarea de recolección de información externa. No hay magia, no hay nadie que pueda decirles qué estudiar, solo deben animarse y zambullirse en la aventura de armar un proyecto propio.

¿Elección para toda la vida?

Hablemos de la vocación. ¿Qué significa? Cómo se encuentra? Son realmente muy pocos los privilegiados que la tienen definida y que la descubren siendo pequeños. Los especialistas prefieren hablar de «construir la vocación», de algo que se va armando y modelando con el tiempo, la experiencia y la capacitación. A lo largo de los años uno va teniendo distintos intereses y va construyendo una carrera en función de ellos. Mucha gente primero hace un estudio de grado y después refocaliza su carrera con un posgrado. La reconstruye de alguna manera.

El término más actual que se emplea hoy es el de desarrollo profesional, es decir, construir una carrera. Tiene que ver con los intereses que uno va teniendo, que pueden ir cambiando en el transcurso de los años. En los Estados Unidos, según las estadísticas, la gente cambia de carrera siete veces en su vida. A medida que va trabajando, va cambiando de áreas.

Cuando se elige una carrera, por lo general a los 18 años, no se está eligiendo algo rígido para toda la vida. En vez de tomar la carrera como un fin hay que tomarla como un medio que les permitirá el desarrollo laboral y profesional.

Para los mas indecisos y los que tienen múltiples intereses, se recomienda elegir una carrera mas general y luego, una vez mas seguros, especializarse. Administración de Empresas, por ejemplo, es más amplia y abre el panorama para muchas opciones. Luego pueden especializarse en Recursos Humanos, Marketing, Comercio Exterior.

Entonces, la vocación no es algo preestablecido, es algo que se va construyendo, armando y remodelando a los 18, 30 o 60 años. Lejos de ser algo definitorio, con la elección de la carrera se empieza a construir un proyecto personal. Y cada uno será capaz de virar el timón del camino cuantas veces sea necesario, según sus propios intereses y las oportunidades que surjan.

Vivir de lo que me gusta: ¿misión imposible?

Elegir una carrera solo por el factor económico puede ser una trampa mortal por dos razones. En primer lugar, es muy difícil predecir, en el contexto actual tan cambiante en el que vivimos, que carrera tiene mayor salida laboral. Y en segundo lugar, elegir una profesión sobre la base del dinero no solo no garantiza el éxito económico, sino tampoco la satisfacción de estar haciendo aquello que nos gusta. Por ende, es factible que nos genere una gran frustración. Una creencia repetida entre los estudiantes consiste en suponer que una carrera tradicional (Contador Publico, Medicina o Abogacía) les garantizará una salida laboral inmediata o sostenida en el tiempo. Existen montones de pre-conceptos alrededor de muchas profesiones y no se conocen los alcances reales de los títulos que otorgan. Hay mucha falta de información que lleva a los jóvenes a elegir basándose en suposiciones de lo que ellos piensan que es la carrera. Los jóvenes se acercan a la elección de la carrera sin tener en claro el perfil profesional y el campo laboral. No tienen en cuenta que el campo ocupacional de algunas carreras puede ser mucho mas amplio del que ellos creen, ya que cada vez mas, lo interdisciplinario acerca a carreras diferentes: un historiador puede ser experto en turismo cultural, un licenciado en letras puede trabajar en cine o televisión y un bibliotecnólogo puede trabajar en la organización de documentos de grandes empresas. Muchas veces, la propia familia y la sociedad en general presionan a los jóvenes a que estudien carreras convencionales con la ilusión de que así tendrán el futuro económico asegurado. Existen muchas carreras. No todos tienen que estudiar las típicas. Esto no garantiza la salida laboral. La nueva carrera de programador de videojuegos, por ejemplo, es corta y tiene muchísima salida laboral; hasta mejor que las tradicionales. Hay que buscar algo que les guste y, de alguna manera, el dinero llega.

De una sola cosa hay certeza: si empiezan a construir su proyecto personal en consonancia con sus verdaderos intereses, estarán siendo fieles a si mismos y esto, seguramente, traerá aparejado el éxito económico.

Miedos típicos

El mayor miedo es a equivocarse, a elegir mal la carrera o la universidad. Subyace la creencia de que se trata de una ‘elección definitiva’, que no tiene vuelta atrás. Esto puede generar sentimientos de culpa si luego se necesita efectuar algún cambio. Simbólicamente, es la primera gran decisión independiente que convierte al joven en adulto responsable de formarse y de prepararse para el futuro laboral. Por ello, se genera cierto temor al fracaso. Quienes dejan el lugar de origen para trasladarse a vivir en otro ámbito, por ejemplo, a una ciudad grande y populosa como Buenos Aires, experimentan cambios muy tangibles. Esta situación pone a prueba sus recursos, sus capacidades de adaptación y organización, así como los vínculos con su familia originaria. En cualquier caso, ingresar en la universidad es un desafío estimulante, una especie de rito de iniciación a la adultez. Se trata de una aventura que promete muchas recompensas y requiere bastantes sacrificios también.

Cómo salir de la indecisión

Los casos que muestran más dificultades para decidirse son los de aquellos jóvenes que dicen no tener ningún interés y aquellos que, por el contrario, tienen muchos y variados intereses o múltiples aptitudes. Para los primeros, recomendamos que profundicen su auto-conocimiento; siempre hay algo que causa mayor interés o curiosidad. Para los segundos, sugerimos que planifiquen a más largo plazo, proyectando, en ocasiones, el estudio de más de una carrera de grado o posgrado. En principio, es bueno que establezcan una carrera de base, si es posible la más amplia en sus contenidos, para luego avanzar con las de conocimiento más especifico. De esta manera, podrán salir de la indecisión, estableciendo prioridades entre sus intereses y aprovechando sus potencialidades.

Las más elegidas

Las carreras más elegidas son las tradicionales ya que son las conocidas y de las cuales se tiene mucha referencia en cuanto a su funcionamiento social, además, el quehacer profesional resulta cercano a su experiencia. Entre ellas: Medicina, Derecho, las carreras económicas, Psicología, Arquitectura, los diseños y Ciencias de la Comunicación. Sin embargo, en los últimos tiempos se puso de manifiesto el interés de los jóvenes por carreras coma Ingeniería Civil, Ingeniería Mecánica, Bioquímica, Artes, Enfermería, Ciencias Ambientales y algunas de las carreras de la Facultad de Ciencias Exactas, como Ciencias de la Computación y Ciencias de la Atmósfera.

10 claves para elegir la carrera

No existe la fórmula mágica, pero un buen ejercicio es pensarse a uno mismo. Es una tarea que suena fácil, pero que es poco habitual en los jóvenes. Aquí los 10 pasos:

-Analizar las propias fortalezas y debilidades. En qué actividades se destaca y en qué tareas suele fallar. Para detectar habilidades e intereses, se puede tomar lo cotidiano: desde cómo se comporta uno en el hogar hasta cómo rinde en las materias del colegio. Todo puede usarse como indicador, siempre que se sume y que no se vea sesgado por una única variable.

 -Pensar en las carreras que no le gustaría seguir. Es importante empezar a descartar para acercarse a la esencia.

– Aprovechar la libertad de tránsito que hay en la universidad pública, para visitar facultades. Se recomienda pasear una o dos horas, mezclarse entre la gente y vivir en carne propia la sensación de estar ahí. Si existe la posibilidad de presenciar una clase, hay que animarse.

 -Consultar especialistas en orientación vocacional. Ellos acompañan a los chicos en ese proceso cada día de su vida. Tienen el know-how para encontrar la carrera indicada.

 -Buscar, preguntar e investigar. Cuanta más información se tenga, mejor se puede elegir. Es recomendable conseguir el programa de la carrera con los contenidos de cada materia, y no solo con los nombres, ya que estos pueden ser fortuitos.

– Hacer el intento de proyectarse a futuro y pensar en el trabajo ideal. Dónde se imagina; solo o acompañado; en un escritorio o al aire libre; si le gusta hablar o, más bien, analizar.

-Preguntar a las personas más cercanas en qué creen que es bueno y cuáles son sus mayores virtudes a nivel humano. Esto puede ser un impulso para encontrar la vocación.

-Mover la red de contactos. Hay que hacerlo para conseguir vivenciar una jornada con un profesional que haya estudiado lo que yo quiero estudiar.

– No dejarse influenciar por las opiniones sin fundamento. Mucha gente actúa con cariño pero juzga de manera errónea. Hay que saber filtrar los comentarios y escuchar a quien realmente habla con conocimiento de causa.

-Cada carrera tiene una amplia variedad de salidas laborales. Hay que tomarse el trabajo de averiguar sobre cada una de ellas; esto enriquecerá la elección.

Consejo Final

Debemos tener en cuenta para la elección de una carrera los siguientes puntos:

  • Respetar la personalidad para encontrar la vocación.
  • Darse cuenta de cuáles son nuestros dones o talentos.
  • Informarse sobre qué es lo que ofrece cada carrera y qué demanda el mercado laboral.
  • No confiarse de los test gratuitos que se distribuyen en toda la web, aunque sean de conocidas universidades, donde la mayoría no sólo no tienen un sustento científico, sino que además encubren un fin comercial. ¿Qué extraño que muchos de estos test una vez realizados nos aconsejen estudiar alguna de las carreras que se ofrecen en su sitio o universidad? Los test son de gran utilidad pero si son evaluados e interpretados por un profesional.
  • No dejarse llevar, tampoco, por la información suministrada en las ferias de carreras, ya que la mayoría de los stands están colmados con carreras de universidades privadas con títulos no reconocidos o carreras de escasa salida laboral.
  • Sí necesitas ayuda, recurre a un profesional. Él no tendrá la formula mágica pero si te guiara en la toma de la decisión correcta. Por medio de una batería de test confiables y encuestas profundas, más un adecuado conocimiento de todas las carreras y universidades que las dictan, conjuntamente con un estudio agudo del mercado laboral actual, te ayudara en la determinación de una de las elecciones más importantes de tu vida.

Para más información o solicitar ayuda de un profesional, recurre a: http://www.sickmind.com.ar/problemas_de_eleccion_de_carreras.html