El fanatismo por el fútbol

En este ensayo nos remitiremos al fanatismo que genera el fútbol y no al deporte en sí mismo, donde sin lugar a dudas y al igual que cualquier otra disciplina […]

En este ensayo nos remitiremos al fanatismo que genera el fútbol y no al deporte en sí mismo, donde sin lugar a dudas y al igual que cualquier otra disciplina deportiva son incuestionables los beneficios que sus debidas prácticas ofrecen a nuestra salud.

El fanatismo por el fútbol

El ser fanático de algún equipo de futbol en Argentina puede determinar el trato y problemas con los demás, la elección de nuestros amigos, según nuestro equipo gane o pierda definir nuestro estado de ánimo, afectar a nuestra salud debido al stress, resultar heridos por la violencia que lo rodea o hasta llegar a vernos perjudicados por lesiones aún más graves o permanentes como fallos cardiacos y hasta la misma muerte.

El fanatismo por el fútbol, desde el punto de vista social es el mayor disparador de situaciones de violencia, de enfrentamientos callejeros, de pintadas que no sólo afectan a la vía pública sino que se extienden a fachadas de casas particulares o interiores de escuelas, empresas y a todo ámbito donde exista un hincha socialmente inadaptado.

Este mismo fanatismo llevado a la justicia, increíblemente puede llegar a puntualizar en el trato diferencial de delincuentes en jefaturas, cárceles y juzgados y en casos extremos, en la aplicación de la justicia misma.

En cuanto a la juventud, afecta a su debida educación, ya que muchos adolescentes fanáticos dedican su vida a lo que ellos llaman su pasión, en lugar de aprovechar de mejor forma su tiempo en la preparación de sus vidas para vivir sus propios sueños y no remitirse a sólo observar el de los demás.

La implementación del fútbol, como deporte, es el que genera los mayores costes en seguridad cada vez que se realiza un partido, implicando la presencia de miles de policías en las canchas y alrededores que no bastan para que siempre se perjudiquen a terceros con los destrozos generados en vehículos, colectivos, negocios y casas particulares, como así también, para poder evitar los arrebatos, robos y las peleas callejeras que provocan numerosos heridos y hasta homicidios. Más de doscientas personas muertas, miles de personas heridas, con secuelas permanentes y otros miles con daños de otra naturaleza, es el saldo de la violencia en el fútbol argentino.

Por parte del gobierno, se gastan sumas millonarias por año por el llamado “Futbol para Todos”, que intenta llevar gratuitamente el futbol a cada rincón del país, cuando hay temas más acuciantes por resolver como lo son la pobreza, el desempleo, la violencia, la inseguridad, la educación y la salud pública, por nombrar algunos.

Y por último, lo más vergonzoso. El fanatismo por el futbol está tan arraigado a la sociedad argentina que, hoy por hoy, es la única demostración de patriotismo prevaleciente que moviliza a la mayoría de nuestros compatriotas que se da cuando participa la selección Argentina en el mundial de fútbol.

Pero, ¿cuál es el límite del futbol en Argentina? ¿Hasta dónde pueden llegar sus implicaciones? ¿Nadie observa esto o la ceguera ya devastó a la totalidad de la conciencia de la sociedad argentina?

El porque del ensayo

Desde el punto de vista como docente, fue la preocupante situación escolar y el proliferamiento en cantidad de los que yo llamo, los “chicos sólo fútbol”. Adolescentes que en lugar de ocuparse de su formación educativa la dejan en un muy segundo plano, dedicando todo su tiempo y restringiendo la totalidad de sus conocimientos a actividades relacionadas al fútbol o a las de su equipo favorito.

También, sólo vasta la simple observación de estos videos para darse cuenta de el porque de este ensayo. El primero, sin tomar ninguna posición a favor de ningún equipo, muestra la violencia en un clasico de futbol rosarino en el programa «Policias en Acción» (una vergüenza), el segundo un comercial de Quilmes donde Dios le habla a los argentinos y mezclan patriotismo con el deporte (que no tiene nada que ver) y el último habla que los argentinos lo único bueno que tenemos es el fútbol (si es así estamos fritos).

Puntos a investigar

Para poder realizar esta investigación, nos remitiremos primeramente a indagar sobre el fanatismo, lo que es ser un fanático en el fútbol, el fútbol en sí mismo y la pasión. Este último término es el empleado por sus fanáticos para explicar sus sentimientos hacia el club de fútbol del cual son hinchas.

Luego, nos volcaremos a analizar a cada uno de los participantes involucrados voluntariamente o no con el tema, para sí, al final poder abordar a una  conclusión.

Fanatismo

El fanatismo es, básicamente, un ahorro de energía psicológica. Para entenderlo pensemos en los registros, en las sensaciones que producen las dudas. Una persona que experimenta dudas en una situación determinada se encuentra en la necesidad de realizar una elaboración compleja: ha de buscar las distintas posibilidades, estudiarlas, sopesarlas, calcular los factores que pueden intervenir, mirar el problema desde distintos puntos de vista, calcular las posibilidades de éxito/fracaso… Durante ese proceso el psiquismo trabaja mucho, se experimenta una sensación de inseguridad, las acciones son más lentas y la incertidumbre produce cierto temor (al fracaso, al error, a las consecuencias, etc). Da igual de qué duda estemos hablando: ¿existe Dios?, ¿vamos al cine?, ¿estudio derecho?, ¿me caso con esa persona? Como es lógico, a mayor trascendencia de la duda mayor es la tensión que se produce y más fuertes son las sensaciones de incertidumbre, inseguridad, lentitud de las acciones y temor.

El fanatismo ahorra todo esto. Propone al psiquismo una solución rápida, contundente, eficaz. El fanatismo elimina la incertidumbre al 100%. Como consecuencia produce un registro de unidad, de coherencia personal que refuerza el mecanismo: el fanático se siente seguro y su seguridad refuerza el fanatismo. Su certeza le libera del temor (al error, a las consecuencias, al fracaso…) y esa liberación refuerza su fanatismo. El fanatismo le ayuda a integrarse en un grupo con el que se identifica y que le acoge con entusiasmo: esa integración también refuerza el fanatismo. Todas estas sensaciones facilitan sus acciones y sus acciones también refuerzan su fanatismo. En síntesis, desde un punto de vista psicológico el fanatismo supone un gran ahorro de energía que impulsa a la persona.

El fanatismo, así también, esconde unos terribles «efectos secundarios»: limita la libertad, empobrece el psiquismo, incomunica, limita la autocrítica y el afán de superación, reduce la riqueza de matices de la vida y en muchos casos desemboca en la negación de la dignidad humana de los otros.

Siguiendo los lineamientos psicológicos, podemos decir, que lo propio del fanatismo es el ansia de seguridad total de quienes, en el fondo, se sienten existencialmente inseguros. En este sentido lo interpretan algunos psicólogos. Por ejemplo, para Alfred Adler, discípulo de Freud, el fanatismo es una compensación de un sentimiento de inferioridad que niega la razón al otro. Siguiendo esta línea psicologicista, Sigmund Freud, en “El malestar de la cultura”, afirma que el hombre se encuentra escondido entre dos tendencias contrarias: el ansia de felicidad y el ansia de seguridad. Nuestra conciencia de individuos es la causa de que nos sintamos solitarios, así como la corporalidad es la fuente de males como las enfermedades. Por eso, para buscar la felicidad puede imponerse la exigencia de abolir ambas facetas.

También Erich Fromm, a lo largo de su prolífica obra, estudió el fanatismo e intentó explicarlo aunando psicología y sociología. Su enfoque se resume en el conocido título de su libro “El miedo a la libertad”, según el cual, todo fanatismo es un intento regresivo de escapar del surgimiento del individuo y la libertad, debido al miedo que ello causa. El miedo se da ante la angustiosa sensación de separación y aislamiento (soledad) al crecer, que no se resuelve de una manera sana estableciendo vínculos afectivos horizontales con los demás. Se trata, en suma, de la incapacidad de amar.

Fanáticos

Fanático es «quien manifiesta celo excesivo por una religión, deporte u opinión». Se deriva del latín, fanum, templo. Dice el filólogo Roque Barcia que, «los latinos llamaban fanático al que siempre estaba en el fanum, como nosotros llamamos hoy beato o santurrón al que hace un oficio de comerse los santos en la iglesia… Creyendo servir a un Dios, a quien ofende, el fanatismo sería capaz de quemar al mundo, y después de verlo reducido a polvo, exclamaría regocijado: ¡Cuanto bien le hice!… El fanatismo es una especie de frenesí».

Se trata de un entusiasmo ciego, torvo y desmedido. En el ámbito del fútbol implica una suerte de obcecación que mueve a entregarse irracionalmente a un determinado equipo o bando. Es clara expresión de fracaso del crecimiento personal.

El fanático, pues, se caracteriza por su espíritu maniqueo y por ser un gran enemigo de la libertad. Los lugares donde impera el fanatismo son terrenos donde es difícil que prospere el conocimiento y donde se parece detenerse el curso fluyente de la vida. Para el fanático no cabe el debate o la búsqueda común de la verdad. El fanático cree poseer la verdad de manera tajante. Afirma tener todas las respuestas y, en consecuencia, no necesita seguir buscando a través del cuestionamiento de las propias ideas que representa la crítica del otro. Un mundo, en definitiva, contrario a la mudable naturaleza humana.

Pero existe otra desventaja que tal vez resulte más contundente que la epistemológica: que el fanatismo siempre ha conducido a guerras y a graves desastres. Tras numerosos conflictos sociales, guerras, masacres, limpiezas étnicas e injusticias se halla la intolerancia de muchos fanáticos. Esto han coincidido en señalarlo todos los defensores de la tolerancia. El fanatismo es el culpable de esos males, que podrían evitarse con la universalización de un talante fraternal que aceptara las diferencias.

Análisis hechos desde el campo de la psicología sobre los fanáticos,han visto en esta clase de sujetos problemas de salud mental relacionados con carencias de afecto, abandono, violencia familiar y baja autoestima. El cuadro comienza por estados de aburrimiento, sigue con un rechazo al mundo, luego neurosis, ésta, de manera gradual, se transforma en esquizofrenia que, a su vez, suele llevara peligrosos terrenos de violencia.

Como cierre y ya si refiriéndonos a los fanáticos del fútbol, nos remitiremos a las palabras del  escritor italiano, Umberto Eco, autor de “El Nombre de la Rosa”, y otras novelas, en su ensayo Segundo diario mínimo (Editorial Lumen), dice: «Yo no tengo nada contra el fútbol… si se tercia, me veo un buen partido con interés y gusto en la televisión, porque reconozco y aprecio todos los méritos de este noble juego. Yo no odio el fútbol, yo odio a los apasionados del fútbol… No amo al hincha porque tiene una extraña característica: no entiende por qué tú no lo eres, e insiste en hablar contigo como si tú lo fueras… Son como hablar con la pared. No es que a él no le importe nada que a mí no me importe nada. Es que no consigue concebir que a alguien no le importe nada. No lo entendería ni siquiera si yo tuviera tres ojos y dos antenas sobre las escamas verdes del occipucio».

Fútbol

El fútbol (del inglés football), también llamado balompié, es un deporte de equipo jugado entre dos conjuntos de 11 jugadores cada uno. Argentina fue seguramente el más adelantado discípulo que tuvieron los ingleses en todo el mundo. Primero, desde los colegios, y luego de todos los rincones del país comenzaron a surgir jóvenes que tenían una rara comunión con la pelota.

Fue así como empezaron a aparecer jugadores, a fundarse clubes y a sumarse los títulos.

La Asociación del Fútbol Argentino es la más antigua de sus pares de Sudamérica y la octava del mundo.

Pasión

En Argentina, según los hinchas, el fútbol es una pasión. Entonces, para poder definir el alcance de este termino, nos remitimos a su significado en el diccionario de la Real Academia Española:

1. f. Acción de padecer.

2. f. Lo contrario a la acción.

3. f. Estado pasivo en el sujeto.

4. f. Perturbación o afecto desordenado del ánimo.

5. f. Inclinación o preferencia muy vivas de alguien a otra persona.

6. f. Apetito o afición vehemente a algo.

Incursionamos más en el término padecer, y obtuvimos:

1. tr. Sentir física y corporalmente un daño, dolor, enfermedad, pena o castigo.

2. tr. Soportar agravios, injurias, pesares, etc.

3. tr. Sufrir algo nocivo o desventajoso.

4. tr. Sufrir (? aguantar, tolerar).

5. tr. Dicho de una cosa: Recibir daño.

Empleando estos significados, podríamos concluir que la pasión que genera el fútbol en las personas, que se definen como pasivas (contrarias a la acción), es el sufrimiento debido a una afición vehementemente irracional. En otras palabras, es el sufrir de las personas pasivas.

Esto es de fácil constatación al escuchar los supuestos argumentos “racionales” de un hincha, el cual se siente participe de la derrota y triunfo de su equipo como si el hubiera colaborado en algo en ese resultado. “Mañana ganamos” u “Hoy me muero perdimos”, son frase repetidas incesablemente por los hinchas. En verdad, el único aporte que realizan ellos, sólo se remite al apoyo monetario por medio de la paga de la cuota social o por la adquisición de la entrada a la cancha.

Participantes


Futbolistas: El perfil predominante de los que se dedican a esta categoría, en cuanto a educación es bajo o inexistente. Provienen en su gran mayoría de barrios bajos y su vida la dedicaron íntegramente a esta actividad, dejando atrás otros factores más importantes como su formación o el aprendizaje de un oficio. Actualmente, las sumas millonarias y la fama que ganan los jugadores profesionales, los convierte en la profesión anhelada de muchos jóvenes en nuestro país que luchan cegadamente por cumplir su sueño a todo coste. Lamentablemente, muy pocos llegan y la gran mayoría queda en el camino y su entrega total a ese sueño se les vuelve en su contra, dejándolos lejos de un trabajo digno debido a su escasa o nula preparación para el mundo laboral. Lo peor de todo esto es que aunque muchos contaban con grandes habilidades, también quedaron fuera del sistema al ser vencidos por un mal mayor, como lo es, la corrupción y el preferencialismo irracional de los dirigentes de los clubes de fútbol hacia determinados jugadores.

En los que llegaron, la falta de educación se manifiesta en sus despilfarros económicos, la incursión en los vicios como el alcohol, las drogas o vidas al límite.

Como jugadores, en ellos decae el destino de su equipo de fútbol, al cual pertenecen como empleados. Como empleados, ante una interesante oferta económica no tendrían ningún tipo de problema a cambiar de camiseta, aunque se trate de su equipo rival por excelencia. En definitiva, para ellos el fútbol es un negocio, es su empleo.

Periodistas: Los periodistas también tienen su protagonismo dentro de la violencia en el fútbol. Se ha señalado la necesidad de que los medios de comunicación cuiden las acciones de los periodistas deportivos que contribuyen a caldear el clima de violencia en el fútbol. Y todo, con especial atención al lenguaje y metáforas utilizados de orden bélico, militar y con tinte violento, como así también, las criticas hacia algunos de los protagonistas y la búsqueda de polémica que utilizan en los textos de las crónicas en los diarios y los locutores de radio y televisión deportivos.

Para ellos también es un negocio, ya que su empleo es hablar y comentar sobre los partidos de fútbol. “Fútbol para todos. Porque la felicidad del pueblo, no tiene precio”, parafraseó un comentarista deportivo. Y claro con la estatización de la transmisión de los partidos de televisión, muchos de los periodistas deportivos comenzaron a ganar más de ciento cincuenta mil pesos por mes.

En la actualidad, es increíble ver como las primeras planas de los diarios, en los programas de radio y en la misma televisión, que se resalten noticias como importantes las provenientes de la superficialidad del fútbol. Las verdaderas e importantes noticias pasan siempre a un segundo plano con la aparición de las provenientes del universo del fútbol.

Como dijimos antes, para los medios de comunicación y los periodistas, el fútbol es un negocio y su misión es la de satisfacer lo que el público demanda para así aumentar su rating y sus ingresos por publicidad y que otra cosa va a ser tan importante para un país cegado como lo es el fútbol.

Dirigentes: Los dirigentes son los gerentes del fútbol, su función es crear un sistema que sea lo mas exitoso posible, y no solo del aspecto monetario sino en lo deportivo, aspecto que, hoy por hoy, pasó lejos a un segundo plano. Actualmente, son los cómplices y a su vez las víctimas del monstruo que han alimentado y que ahora no pueden controlar, las barras bravas. “Cría cuervos y te arrancarán los ojos”, es la mejor frase para representar lo que paso entre los barras bravas y los dirigentes, que hoy supuestamente bajo amenaza deben aceptar los requerimientos de estos delincuentes y nada pueden hacer por detenerlos. Les dan entradas gratis a la cancha, les patrocinan los viajes al interior o exterior del país para seguir a su equipo y hasta en muchos casos, les pagan un sueldo. Pese a todo esto, para ellos el fútbol no deja de ser un gran negocio que le aporta sumas millonarias a sus arcas.

Gobierno: Para el gobierno es una buena inversión, ya que utilizan al fútbol como distracción para tapar problemas graves en el país, como la corrupción, la falta de seguridad, el desempleo, etc. Se llegó a decir y casi comprobar que el mundial del setenta y ocho fue pagado por los militares para que Argentina se quedara con el triunfo y así, distraer a la opinión publica de las atrocidades que se desarrollaban en el país en aquel tiempo, como el terrorismo de estado y el de los guerrilleros. Aunque esto es muy difícil de comprobar, bastaron los veinticinco días de la organización del evento para que los problemas del país hayan pasado a un segundo plano y esto se extendió con el triunfo de la selección.

El uso de este tipo de distracciones, por parte de los gobiernos, viene desde la antigüedad. Los emperadores romanos recomendaban entretener al pueblo con “Panem et circenses” (que en latín significa pan y circo). Maquiavelo consideraba ésta como una práctica altamente recomendable y consistía en ofrecer espectáculos en el circo romano, crueles y violentos para adormecer el pensamiento del pueblo, y darles, mientras duraba el espectáculo pan gratis a los espectadores que se iban a sus casas con las neuronas dormidas y el estómago hinchado sin pensar si las acciones del emperador eran controladas o no por los tribunos, los senadores y toda la gente que debía hacerlo, y para ello participaban de los erarios públicos abundantemente, empobreciendo al pueblo.

Hoy por hoy, el fútbol asegura para el gobierno el circo y esto lo lograron a través del “Fútbol para todos” que permitió al Estado recuperar la exclusividad de los derechos de transmisión del campeonato de fútbol de Primera División.

En el primer semestre del experimento del Fútbol para Todos, el gobierno nacional gastó más de cuatrocientos setenta y tres millones de pesos para transmitir por canal 7 los partidos de fútbol del Torneo Apertura. La cifra surge de una suma tan sencilla como preocupante. El Poder Ejecutivo le otorga a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) 300 millones de pesos por las 19 fechas de cada campeonato (600 millones por año) y destina sesenta y cinco millones de pesos a la producción de las transmisiones, monto que incluye los sueldos de los empleados del programa Fútbol para Todos y los contratos con la productora La Corte, que es la encargada de poner los equipos para la transmisión de los encuentros. A esos trescientos sesenta y cinco millones de pesos, hay que sumarles las partidas de publicidad oficial con las que el matrimonio presidencial decidió subsidiar el ciclo. Según un estudio de la pauta  la propaganda estatal entre agosto y diciembre fue de ciento ocho millones setecientos mil pesos.

Aparte de la distracción que obtuvieron con esto para tapar sus actos de corrupción, el proliferamiento de los delitos y la inseguridad del país, les sirvió para castigar a su archienemigo Grupo Clarín, donde la Televisión Satelital Codificada (TSC), la empresa de Clarín y Torneos y Competencias tenían la exclusividad pero este castigo le cuesta al fisco una montaña de dinero público.

Durante las diecinueve fechas del Apertura, se marcaron cuatrocientos sesenta y tres goles. Así, cada tanto le demandó al Estado nacional una erogación de un millón veintitrés mil pesos. El dato surge de dividir los cuatrocientos sesenta y tres goles por los cuatrocientos setenta y tres millones que invirtió el gobierno.

Esta inversión, pagada por todos nosotros, de paso les aseguró una gran cantidad de votos de enceguecidos fanáticos y además, como agregado más importante, le sirve como uno de los entes generadores, a través del proliferamiento de fanáticos, de personas faltas de educación para luego así, convertirlos en sus clientes políticos que a cambio de injustos planes los perpetúan en el poder. En definitiva para el gobierno, el fútbol es una gran inversión y un gran negocio camuflado de regalo para el pueblo.

Barras Bravas: Son grupos organizados dentro de una hinchada que se caracterizan por producir diversos incidentes violentos, dentro y fuera del estadio, despliegue pirotécnico y cánticos empleados durante el desarrollo de los partidos. Generalmente utilizan banderas (denominadas trapos o lienzos) y diferentes instrumentos musicales. Las barras bravas también se caracterizan por ubicarse en las tribunas populares, aquellas que frecuentemente carecen de asientos y donde los espectadores deben ver el partido de pie. En general, en la mayor parte de América estas barras están conformadas por jóvenes entre los catorce y veinticinco años, aunque en Argentina es posible encontrar a personas mayores.

Los barras bravas siempre estuvieron asociados con la marginalidad urbana, el consumo de alcohol y drogas. En la actualidad, su actividad ya casi alejada del fútbol y que usan como cobertura, va desde, la venta de entradas, lo que recaudan de los estacionamientos hasta el gerenciamiento del delito y el tráfico de estupefacientes. Estos grupos son financiados por los dirigentes que por temor se ven obligados a hacerlo. Debido al peso con el que cuentan estos grupos, actualmente suelen a ser utilizados también para la política y sindicatos como grupos de choque.

Existe un mito instaurado en la sociedad, que dice que las barras bravas entre sí están enfrentadas. Esto ya es cosa del pasado, y hoy por hoy, lejos del fanatismo se enfrentan o vinculan estableciendo lazos para el manejo del negocio delictivo.

Comunidad: La comunidad es el grupo más damnificado ya que indirectamente debe padecer la “pasión” de los fanáticos. Esos perjuicios van desde el gasto de su dinero que emplea el gobierno para bancar al fútbol, hasta el ser las victimas de los arrebatos, los robos, la violencia, las pintadas, la destrucción y los malos momentos que padecen. Donde por ejemplo, los días de los partidos es casi imposible transitar por las calles e imposible trasladarse en medios de transporte como el colectivo, ya que los fanáticos que además de subir gratuitamente roban, molestan e insultan a los ocasionales compañeros de viaje, que nada tienen que ver con ellos.

Sus viviendas y negocios sufren serios destrozos y saqueos los días de los partidos y la policía con la orden de no reprimir nada puede hacer por detenerlos. Para la comunidad entera es un padecimiento y por ese sólo hecho, el fútbol se tendría que prohibir.

Hinchas: Es la parte más multitudinaria. Ellos los definen como una pasión. Como concluimos antes la pasión es el sufrimiento de personas pasivas. Cuando hablamos del hincha, subyace una pregunta: ¿se nace o se hace hincha de un determinado club? Las estadísticas indican que en escasos casos, un hincha de un equipo se cambia de bando y que la “elección” del equipo del cual son hinchas se determina desde muy corta edad. En realidad se trata, como en la mayoría de los casos, de una imposición que nada tiene que ver con una libre elección ya que a tan corta edad es imposible tomar este tipo de determinaciones. Esta imposición es daba por padres, tíos, abuelos y conocidos fanáticos que desde los primeros días de vida del niño, le inculcan este fanatismo vistiéndolo con los colores del equipo en cuestión, regalándoles una pelota de fútbol con los colores de su cuadro o peor aún repitiéndoles incesablemente frases como: ¿De qué cuadro sos? A lo que el chico como un autómata repite el nombre del equipo de fútbol, o por medio de otras frases como: ¿Qué es el equipo contrario? Entonces, el chico responde automáticamente con un insulto. Sus seres “queridos” lo que están haciendo, en realidad, es una técnica de lavado de cerebro desde muy corta edad previa a la formación de la razón en el niño. Luego, con el advenir de los años con una razón constituida, difícilmente se puedan despegar de esa información adquirida a tan temprana edad. Obviamente, que también existen los opuestos y los chicos más rebeldes, terminan siendo del cuadro contrario o de uno que nada que ver al inculcado pero que en definitiva termina siendo la misma cosa, una reacción a una imposición.

Al preguntarle a los hinchas sobre el porque de la elección de su cuadro, ellos responderán que es un sentimiento con el cual nacen y no se equivocan, solo les falta aclarar que fue impuesto a la fuerza por un agente externo y no por decisión propia, cortándole así la posibilidad de la libertad de la libre elección.

Ese fanatismo en la adolescencia se acrecienta, debido a las modas impuestas o la necesidad de pertenencia a un grupo. Esto es fácilmente comprobable con sólo observar los mails que utilizan para sus cuentas de correo electrónico donde las connotaciones acerca del cuadro del cual son hinchas aparecen más de lo normal. Como todo en la adolescencia tiene que ser exacerbado, también lo es el fanatismo desmedido con el que cuentan los adolescentes y esto no sólo se remite al mundo masculino, ya que hoy por hoy, en el mundo de las quinceañeras esta de moda el que sean fanáticas de un club de fútbol y esto se puede comprobar solamente observando las fotos que se sacan en sus cumpleaños, donde se muestran con camisetas de los colores de su equipo o si lo consiguen en la misma cancha.

En cuanto a la violencia, podemos decir que cuando las personas se ven a sí mismas como integrantes de un grupo más que como individuos, tienen más probabilidades de sentirse arrastrados por el grupo y llegar a cometer atrocidades que nunca cometerían en otra circunstancia. Es lo que se denomina proceso de des-individualización, en el que las personas dejan de lado su identidad personal y sus propios valores para convertirse en algo parecido a autómatas que sólo siguen las normas del grupo. De ahí que sea importante saber mantener la propia identidad sin llegar a fundirse por completo con la identidad del grupo. Hoy por hoy, el fútbol es por excelencia para los hinchas la mejor catarsis de sentimientos tales como la frustración, la ira, el dolor, el miedo y la irritación, que utilizan como descarga a tierra dejando de lado sus verdaderos problemas personales y de la sociedad toda.

Obviamente, que muchas de estas personas al madurar se dan cuenta de esto y su fanatismo baja pero en muchas otras esto no ocurre. Esto se debe a que en su formación prevaleció el interés de su fanatismo sobre el de su propia educación. Con el tiempo, si alguna vez logran despegarse de este ciego fanatismo, llegan a darse cuenta lo triste que fue el haber dedicado gran parte de sus vidas a una pasión impuesta y que en lugar de educarse e informarse para así lograr formar en ellos un espíritu critico, desperdiciaron tremendo tiempo en nada.

Pero, ¿por qué los hinchas se sienten tan afectados por el triunfo o la derrota de su equipo cuando en el caso contrario si el triunfo o el fracaso en la vida de un hincha en nada afecta a su club, salvo en una entrada o una cuota menos? Si tan sólo pudieran darse cuenta que la felicidad en sus vidas nada tiene que ver con su  equipo de fútbol, las cosas serian muy distintas pero para lograr esto deberían alcanzar un nivel de maduración superior, ver todo esto de una perspectiva distinta alejada de las modas impuestas, ganar seguridad en sí mismos y coherencia en sus vidas. En definitiva, el fanatismo por el fútbol en los hinchas es simplemente un acto reflejo a una imposición impuesta a corta edad que agravada por la ceguera de la masa no permite ver otras posibilidades de felicidad donde el fútbol no sea el actor principal.

Conclusión

Como conclusión es que para la totalidad de los participantes directos de este deporte es un gran negocio. Un multimillonario negocio que al igual que en el caso del cigarrillo y la droga, es conveniente hacer la vista gorda y no hacer nada por detenerlo ya que los intereses económicos en esta sociedad actual capitalista siempre prevalecen sobre el bienestar de las personas.

Sin lugar a dudas esta sociedad no está preparada para el fútbol, por lo cual debería ser totalmente prohibido de forma temporal hasta que se logre un reeplanteo general y se tomen verdaderas y solidas medidas que aminoren, o mejor aún eliminen, todo lo negativo que esta actividad conlleva.

Pero subyacen otras preguntas: ¿Quién tiene tanto poder en este país para frenar esto y desprenderse de este millonario negocio que lo beneficia? ¿Quién podría llevar el peso de su prohibición sobre sus espaldas ante una sociedad cegada que vería esto como un daño a la comunidad y no como en verdad lo es, el daño en si mismo?

En lo personal, no es que no me guste el fútbol, lo que no me gusta es lo que genera el fútbol en la actualidad. Mucho tiempo atrás, he ido a la cancha en varias oportunidades y he disfrutado viendo varios partidos aunque sigo prefiriendo más jugarlo.

Es cierto que cuando uno va a la cancha se contagia fácilmente de la masa y termina gritando, vivando y enloqueciendo con los hinchas fanáticos pero esto nada tiene que ver con el no respetar las ideas y pertenencias del otro. ¿Por qué dañar o lastimar a otros por un resultado? ¿Por qué no respetar las ideas de los demás y terminar peleando por nada con el otro? ¿Por qué no plantearse, ya que está de moda en los adolescentes el cuestionar todo, el porque soy hincha o no de un determinado equipo? ¿Por qué padres fanáticos siguen inculcándoles a sus hijos este fanatismo y suelen dejarlos ir solos a las canchas peligrando así sus vidas? ¿Por qué ver como un bicho raro a una persona que no es hincha de ningún equipo de fútbol? Todo esto tiene una sola causa y la falta de educación que, hoy por hoy, parece estar de moda al igual que el ser hincha de algún equipo de fútbol sin importar las consecuencias a que lleve esto.

Tienes que darte cuenta que tu vida es más importante que un simple equipo de fútbol que sólo lucha por mantener su negocio y al que nada le importa tu futuro. Tú eres hincha de un determinado equipo sólo por imposición. Eres una marioneta de un sistema perverso que ni al que la mayoría de los “adultos” cegados pudieron escapar. Tu formación es lo más importante en tu vida para que seas el protagonista y no sólo un simple observador aunque te hayan hecho creer que eres participe en algo. Por todo esto y cuando siempre alguien me pregunta sobre que equipo soy hincha, siempre les respondo, con orgullo, de la misma manera: “No soy hincha de ningún equipo porque no juego en ningún equipo y porque me gusta ser protagonista en mi vida y no sólo un simple observador”.