¿Los adultos son responsables de la crisis que viven los adolescentes?

Así lo asegura la psicóloga chilena Pilar Sordo, autora del libro, No quiero crecer. Ella afirma que: “Los adultos son responsables de la crisis que viven los adolescentes”. Pilar Sordo […]

Así lo asegura la psicóloga chilena Pilar Sordo, autora del libro, No quiero crecer. Ella afirma que: “Los adultos son responsables de la crisis que viven los adolescentes”.

Pilar Sordo es una escritora chilena muy simpática, que cautivó no solo al público trasandino, sino que también visitó varias veces nuestro país. Ella, que es especialista en el tema de la diferencia de género, escribió Viva la diferencia, que estuvo varios meses en la lista de los best sellers chilenos. Ahora estrena nuevo libro, No quiero crecer, en el que habla de la crisis que viven los adolescentes y la familia de hoy.

¿Cambió la adolescencia?

No tanto. Creo que es evidente que hay factores que le dan una dinámica distinta, como la incorporación de las tecnologías. Este es un factor que, como padres, debemos incluir en nuestras pautas educativas. También ha cambiado el mayor acceso que se tiene a las drogas y al alcohol. Se trata de una realidad que se agrega en esta dinámica nueva, y los adolescentes tienen que enfrentar nuevos desafíos. Pero pienso que el gran problema lo tienen los adultos, que dejaron de poner límites, de ordenarles el mundo; que tratan de darles cosas materiales a los hijos en vez de pautas educativas y reglas valóricas que los ayuden a formarse como las mejores personas que ellos pueden llegar a ser.

¿Los adultos son los responsables de la crisis de los adolescentes?

Sí. Los conflictos y las dudas que un adolescente tenía en mi generación son los mismos que tiene un adolescente de 16. El tema es cómo se responde desde el mundo adulto. Estamos dando un pésimo testimonio en términos de autoridad. Debemos ser un ejemplo y educarlos para que ellos puedan tomar las mejores decisiones. Creo que algo nos ocurrió a los papás de esta generación, que pensamos que comprándoles cosas y dedicando nuestra vida a lograr un mejor estándar económico los haremos más felices, y esto no es así.

¿Por qué los jóvenes de hoy no quieren crecer?

Creo que es porque no ven ningún modelo que les genere las ganas de ser adulto. En mi libro, comento una investigación en la que demuestro que la frase que más nos escuchan los adolescentes a los adultos en el mundo hispano es “Estoy cansado”. Mostramos una vivencia de la vida adulta como si fuera sufriente, karmática. Desde esa perspectiva, ningún adolescente querrá crecer; tampoco, comprometerse o casarse, si ninguna pareja que es feliz cuenta que lo es. Solo se sabe de las que se hallan en conflicto. También está el tema de la fatiga por el trabajo. Los latinoamericanos, o los chilenos al menos, vivimos el trabajo como un drama en vez de disfrutar del día. A la larga, lo que generamos es que ellos no quieran estudiar, crecer y hacerse cargo de su vida adulta.

¿Por qué nunca fue tan complejo ser adolescente como ahora?

Porque hoy no hay ningún orden. Ellos están probando por sí solos e innovando para tratar de ser adultos, con todo el dolor y las equivocaciones que esto implica. Nadie les ordena el mundo y les dice qué está bien y qué está mal. Así, arriesgan salud mental intentando probar cosas que considero que son de un riesgo innecesario. Por ejemplo, experimentar cosas en la sexualidad, probarse con el alcohol y ver si así logran pasarlo mejor, enfrentarse a situaciones de riesgo vital.

¿Cuáles son los principales problemas de la familia actual?

La familia de hoy tiene problemas de comunicación, y la manera de recuperar los espacios de encuentro es, sobre todo, volviendo a los hábitos tradicionales. Creo que, en este aspecto, la Argentina está mejor que Chile. Hablo de sentarse a la mesa a cenar, apagar la televisión mientras se come, tener la posibilidad de establecer temas que generen discusión, volver a hacer las tortas de cumpleaños y no comprarlas hechas, sentarse en el living a ver álbumes de fotos. Todo esto hace que se comparta un tiempo más grato y de una manera más sana. Pienso que los problemas, básicamente, parten de malas elecciones. La mayoría de la gente que lea esta nota dirá: “Pero si yo no tengo tiempo”. Esto es una mentira: lo que tenemos es otras prioridades. Si dispongo de una hora para ver una telenovela, dispongo de una hora para estar con mi hijo. Antes, el tiempo era para los afectos; hoy hay que saber repartirlo y eso es una decisión voluntaria. Yo decido si voy a jugar al golf o me quedo con mi familia. Lo que haga tendrá consecuencias buenas o malas, y debo poder asumirlas.

¿Qué deberían hacer los padres para enseñarles a sus hijos a ser responsables de sus decisiones y sus actos?

Lo primero que necesita un hijo es ver a sus padres felices con lo que hacen. Eso genera un testimonio maravilloso de copia y da ganas de querer seguir ese camino. Hay que ser consecuentes, fijar reglas claras y límites establecidos, así como sanciones si lo anterior no se cumple. Los padres no deben desautorizarse mutuamente. Tiene que haber goce y conversación, deben decirse que se quieren y tiene que haber un espacio de diversión. Todo esto ayuda a formar una familia más sana.